El doctor e investigador Isidro H. Cisneros hace un recuento del ecocidio que provocarán los nuevos tramos del Tren Maya, un proyecto que se ha convertido en “el ejemplo más palpable de cómo la improvisación, la demagogia y la ineptitud sumadas a la corrupción generan una mezcla socialmente explosiva”.
El paso mortal del Tren Maya
En su columna “El tren maya contra la naturaleza”, el doctor Isidro H. Cisneros, sociólogo, politólogo y abogado, denunció las descalificaciones y el hostigamiento del gobierno de Andrés Manuel López Obrador ante los reclamos por el ecocidio generado por la construcción del Tren Maya. Destaca sobre todo los daños ocasionados en el Tramo 5 (Cancún-Tulum), el Tramo 6 (Tulum-Bacalar) y el Tramo 7 (Bacalar-Escárcega), en los cuales “existen cerca de 2 mil kilómetros de cavernas, afectará la segunda selva más importante de América Latina después de la Amazonia que es el bosque tropical más extenso del mundo”.
El recuento de los daños es muy grave, como apunta el doctor Cisneros: se estima la deforestación de 2,500 hectáreas de selvas húmedas y funcionamiento del tren será a base de diesel, “lo que generará -de acuerdo con la UNAM- el equivalente al 8% de la contaminación por dióxido de carbono que produce el tránsito vehicular en la Ciudad de México, además del incremento desorbitado de ruido, vibraciones, fragmentación de hábitats y ocupación del suelo”. Además, una vez concluido el proyecto, se espera que la cantidad de turistas que llegaban, por ejemplo, a la zona arqueológica de Calakmul incremente de 40 mil a 3 millones de visitantes, apunta el experto, lo que conllevará “nuevos problemas de abastecimiento de agua y de recolección de basura para los cuales no existe infraestructura”.
Un creciente malestar social acompaña la imposición de una obra pública mal diseñada, sin manifiesto de impacto ambiental ni de mecánica de suelos, sin permisos forestales o estudios geológicos, sin consulta vecinal, negando el derecho ciudadano de petición y audiencia, deteriorando cenotes, cavernas, manglares, ríos subterráneos, dunas costeras, ecosistemas y acuíferos, además de selvas y bosques que son garantía de diversidad biológica, y que afecta los hábitats de importantes especies en peligro de extinción.
Hostigamiento y amenazas permanentes
Cisneros expresó su preocupación ante la falta de atención que han recibido sobre la obra las advertencias de las Naciones sobre el impacto de esta megaobra de AMLO en las comunidades indígenas “tanto en sus derechos territoriales como para no ser despojadas”.
Las únicas respuestas han sido el uso de militares en la gestión del proyecto, el hostigamiento hacia las organizaciones de la sociedad civil y la amenaza permanente de expropiaciones de predios ejidales y privados, negando a la población en su conjunto el derecho humano a un medio ambiente sano y al desarrollo sustentable
En este sentido, apunta que el gobierno ha descalificado e ignorado a todos los que manifiesten su consternación por las afectaciones del Tren Maya, desde integrantes del Poder Judicial que otorgan suspensiones provisionales a amparos en materia ambiental o por violaciones al proceso de consentimiento indígena, hasta la comunidad científica, académica y a los ambientalistas que presentan evidencias sobre los daños al medio ambiente ocasionados por la construcción.
La obra se suma a otras iniciativas de este gobierno como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, las aguas nacionales concesionadas, el uso de energías fósiles y la minería a cielo abierto. A esto se agregan los frecuentes asesinatos de defensores ambientalistas.Es el ejemplo más palpable de cómo la improvisación, la demagogia y la ineptitud sumadas a la corrupción, generan una mezcla socialmente explosiva.
Con información de Crónica