Hay evidencias inocultables de falta de agua: UNAM

Para enfrentar la crisis de agua se requieren recursos adicionales por el orden de los 97 mil millones de pesos.

Un espectro se cierne sobre las vastas tierras de México: la crisis hídrica. No es una crisis que se avecina; ya está aquí, evidenciada por una disminución alarmante en los volúmenes de precipitaciones y un aumento sin precedentes en las temperaturas. Este año, según datos oficiales, en 25 de las 32 entidades federativas se registró una cantidad de lluvia acumulada notablemente inferior al promedio de los últimos 82 años. Además, el año pasado se consagró como el más cálido desde 1953, con 31 entidades federativas experimentando las temperaturas medias anuales más altas en siete décadas.

Esta situación pone en jaque no solo la disponibilidad del agua sino la sustentabilidad de ecosistemas enteros, la producción agrícola y, por ende, la seguridad alimentaria y el bienestar económico y social de la nación. Frente a esta realidad ineludible, expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) convocan a una movilización generalizada, apelando a la urgencia de adoptar diagnósticos técnicos precisos, asegurar inversiones económicas sustanciales y de largo plazo, fomentar la implementación de nuevas tecnologías y, crucialmente, cultivar una conciencia ciudadana enfocada en la preservación del agua.

Eduardo Vega López, titular de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (CoUS), alertó que las evidencias acerca de la creciente escasez del agua en muchas regiones, ciudades y municipios del país son inocultables.

“Según información oficial, los registros históricos de precipitación pluvial documentan que en 25 de las 32 entidades federativas del país el volumen de lluvia acumulada en 2023 fue significativamente inferior al promedio anual de los anteriores 82 años”.

Eduardo Vega López

De manera simultánea, las altas temperaturas y las olas de calor experimentadas el año pasado documentan que 2023 ha sido el más cálido de los anteriores 70 años: 31 de las 32 entidades federativas registraron la mayor temperatura media anual desde 1953.

En tanto, indicó que las presas de seis de las 13 regiones hidrológico-administrativas del país registran hoy niveles de almacenamiento de agua inferiores al 50 % de su capacidad máxima: entre el 28 y el 46 %, además de que otras tres de esas regiones tienen niveles de entre 53 y 59 % de almacenamiento de agua.

Vega López consideró que son políticas inaplazables resolver la actual inseguridad hídrica con sus connotaciones adversas sobre el bienestar social y la dinámica de las actividades económicas, mediante la conservación y el manejo integral de las cuencas y los sistemas hidrológicos, así como a través del mejoramiento y la renovación de la infraestructura y gestión hidráulicas.

Ausencia de inversión y uso inadecuado del agua

En tanto, Marisa Mazari Hiriart, coordinadora del Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones e investigadora del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad adscrito al Instituto de Ecología, advirtió que el agua es un recurso desigual, pues su disponibilidad depende de los ecosistemas naturales. “La afectan la deforestación, la pérdida vegetal y la fragmentación del hábitat”.

Añadió que los servicios ecosistémicos que prestan las zonas ricas en este recurso son: provisión de agua para consumo humano de uso doméstico, para actividades agrícolas y pecuarias necesarias para una población creciente que requiere de alimentos; control de erosión hídrica, eutrofización y azolve de cuerpos de agua e infiltración a sistemas de agua subterránea.

La científica recomendó la utilización de una nueva generación de plantas de tratamiento de aguas residuales, más pequeñas, modernas y eficientes, las cuales no sólo generan lodos residuales, sino que son capaces de reutilizarlos. Para ello, continuó, se necesita más inversión y entender que, con el inadecuado uso que hacemos del agua estamos haciendo de un recurso renovable uno no renovable.

La sequía invisible se ha hecho visible

Fernando González Villarreal, de la Red del Agua de la UNAM, subraya que el panorama se complica aún más con la baja cobertura en el tratamiento de aguas residuales y la contaminación de cuerpos de agua, sumado a los efectos exacerbados del cambio climático. Propone un modelo de gobernanza robusto y una estrategia financiera audaz que contempla una inversión de 97,000 millones de pesos en los próximos 15 años para revitalizar la infraestructura hídrica, incluyendo la “infraestructura verde”.

La UNAM no solo diagnostica el problema, sino que ofrece soluciones concretas a través de iniciativas como el “Acuerdo por la Seguridad Hídrica del Valle de México” y el estudio “Perspectivas del Agua en México”.  (https://acuerdoagua.cershi.org/ y http://www.agua.unam.mx/assets/pdfs/Perspectivas_AguaenMexico2022.pdf). Estos documentos son una hoja de ruta hacia la recuperación hídrica, delineando estrategias y acciones prioritarias.

Este llamado a la acción no podría ser más oportuno. La crisis hídrica del país es un espejo de desafíos globales, pero también una oportunidad para liderar con el ejemplo, demostrando que la sostenibilidad y la resiliencia son posibles a través de la colaboración, la innovación y el compromiso colectivo. La sequía invisible se ha hecho visible, y la respuesta debe ser igualmente clara y decidida.

El también integrante del Centro Regional de Seguridad Hídrica adscrito a la UNESCO, enfatizó en la gravedad de la situación hídrica a la que se enfrenta el país, delineando cuatro factores críticos que requieren atención inmediata. Primero, la probabilidad de no alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 en materia de agua es alta, lo cual pone de manifiesto la necesidad de redoblar esfuerzos y compromisos. Además, pese a tener altos niveles de cobertura de agua, los servicios suelen ser intermitentes, lo que afecta la calidad de vida y la economía de millones de personas.

Un aspecto alarmante que González Villarreal destaca es el tratamiento insuficiente de las aguas residuales, con menos del 50% siendo tratadas adecuadamente, lo que resulta en una contaminación generalizada de los cuerpos de agua, afectando más del 60% de estos. Este escenario es agravado por los efectos del cambio climático, que se manifiestan en un incremento en la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como huracanes y sequías, así como una disminución estimada de al menos el 10% en las precipitaciones.

Ante esta crítica coyuntura, González Villarreal argumenta que la solución a la problemática del agua, especialmente en regiones altamente impactadas como el Valle de México —la más poblada del país—, pasa por establecer una gobernanza eficaz, dotada de liderazgo, autonomía técnica y administrativa. Subraya la necesidad de un sistema financiero robusto que asegure recursos adicionales por el orden de los 97,000 millones de pesos para los próximos 15 años, destinados a rehabilitar y renovar la infraestructura básica y verde, esencial para una gestión hídrica sostenible.

La claridad y urgencia con la que González Villarreal aborda estos temas subrayan la imperiosa necesidad de un cambio de paradigma en la gestión del agua. Solo a través de un enfoque integral que combine liderazgo, inversión, innovación y conciencia ciudadana, será posible superar los desafíos hídricos actuales y futuros, asegurando el acceso al agua para todos y protegiendo este recurso vital para las generaciones venideras.

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