El abstencionismo electoral en los pasados comicios en el Estado de México se debió a que las candidatas a la gubernatura no provocaron emociones ni reacciones en la ciudadanía. Por ello, la clase política debe contener ciertas enseñanzas, tales como que los ciudadanos no son pasivos, no son políticamente apáticos. Por el contrario, la razón de la baja participación fue que se ausentan de la política porque no encuentran alternativas creíbles.
Así lo dio a conocer el doctor Isidro Cisneros, analista político mexicano, a través de su columna de opinión.
“Esas elecciones dejaron una enseñanza a las oposiciones: los ciudadanos que habitan esta era post-ideológica no son pasivos, políticamente apáticos o predispuestos a replegarse en el espacio privado, simplemente no participan o se ausentan de la política”, expresó Cisneros.
Victoria de la antipolítica
Por ello, advirtió que no se trata del triunfo de la despolitización, sino de la victoria de la “antipolítica como un rechazo a la vieja clase gobernante que impide el desarrollo de la sociedad civil”.
De tal manera que es crucial que la clase política tradicional deje de creer que ostentan la representación del malestar ciudadano. De lo contrario, la apatía política crecerá.
“La oposición debe crear convergencia en torno a candidatos que simbolicen la primacía de la sociedad civil sobre la sociedad política. De otra manera, se continuará en el camino de la autocomplacencia y la ineficacia política”, externó.
“Los partidos deben entender que los ciudadanos no quieren conquistar el poder, sino contenerlo y reducirlo de forma democrática”, continuó el experto.
Una transformación de sociedades
Para explicar a profundidad el tema, Cisneros citó el trabajo del sociólogo Alain Touraine, quien “identifica una transformación de nuestras conductas que otorga a los sentimientos una gran capacidad para interpretar la vida, por lo que la acción social se basa en emociones y en un conflicto entre subjetividades”.
De esta manera, los sentimientos producen protestas y críticas que involucran a la vida política. Además, la sociedad posindustrial cede su lugar a la sociedad de la comunicación. En este caso, si para las sociedades posindustriales el principal dimensión era el conflicto de clases, para la sociedad de la comunicación es un conflicto de alteridades.
“El reconocimiento de las diferencias es positivo e indispensable porque produce pasión y emociones en el encuentro con el otro”, externó.
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Con información de La Crónica.