La democratización de la Ciudad de México ha sido un proceso frágil que se ha visto afectado por los gobiernos locales, cuya actuación en los últimos 25 años ha “dejado mucho que desear”. Lee el análisis de Isidro H. Cisneros.
Gobiernos que han dejado mucho que desear
En su artículo “Regresiones políticas en la Ciudad de México”, el doctor y catedrático Isidro H. Cisneros apunta que, pese a los avances conseguidos tras la lucha por la autonomía de la Ciudad de México, en solo 25 años, los capitalinos han dejado “de albergar las esperanzas de un cambio democratizador” y comenzaron “a sufrir la desilusión de sus realizaciones concretas”. El experto señala que los gobernantes de CDMX “han dejado mucho que desear” e incluso han vulnerado con prácticas autoritarias los derechos de sus habitantes, “traicionando las aspiraciones ciudadanas de una Ciudad progresivamente democrática”.
“El clímax de la regresión política en la Ciudad de México se observa actualmente con Claudia Sheinbaum quien en su afán por halagar a López Obrador para que la designe candidata del oficialismo a la Presidencia de la República ha traicionado todo ideal democrático”.
Retrocesos de Claudia Sheinbaum en CDMX
Isidro H. Cisneros explica que la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, “se rodeó de funcionarios improvisados e incompetentes“, quienes han sido negligentes en el manejo de eventos tan graves e importantes como la caída de la línea 12 del Metro de CDMX, hecho que provocó 27 muertes.
Cisneros asegura que Sheinbaum se ha alejado de los ciudadanos que votaron por ella, utiliza las instituciones de justicia con fines políticos, usó granaderos para reprimir a los pobladores este fin de semana en Xochimilco y mantiene el control del Congreso, al imponer “con argucias legales una mayoría legislativa que no se corresponde con los sufragios obtenidos”.
“Para colmo, el Instituto Nacional Electoral le ha impuesto medidas cautelares por sus actos anticipados de campaña (…) El sistema democrático de la Ciudad de México se encuentra gravemente afectado por un gobierno que no respeta la legalidad. La reducida participación de sus habitantes en los asuntos colectivos es también una realidad, por lo que la democracia local se encuentra en crisis y con ella sus actores, procesos e instituciones”.
De cara a la deficiente representación política, la crisis moral y de ideas, así como el creciente malestar social que ha originado, Cisneros llama a pensar en el voto de castigo para 2024, pues “resulta necesario utilizarlo decididamente para rechazar cualquier restauración autoritaria”:
“Debemos desde ya pensar en el voto de castigo para 2024 como rechazo a la actual clase política. En los sistemas democráticos el voto de castigo produce alternancia y sanciona una mala gestión o las políticas erróneas. Refleja la existencia de un electorado activo y tiene impactos directos en el sistema de partidos”.
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Con información de La Crónica de Hoy