Con la militarización, el régimen de excepción avanza en México, escribe Isidro H. Cisneros

Cisneros indica que el gobierno ha encontrado en el Estado de Excepción una técnica redituable para justificar su autoritarismo.

Se ha perdido el sentido de la moderación

El académico Isidro H. Cisneros, exconsejero del Instituto Electoral del DF y exconsejero ciudadano de la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, escribe en su columna que el gobierno se está valiendo de la figura de Estado de Excepción para lograr que sus políticas autoritarias sean aceptadas por la población ignorando principios democráticos a cambio de la protección del Estado.

Desde su perspectiva, este gobierno puso de manifiesto un extravío del “sentido de la moderación” con el que otros políticos habían actuado eficazmente para evitar regresiones autoritarias. Ahora, puntualiza Cisneros, el poder Ejecutivo acosa a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y doblega a la Cámara de Diputados y al Senado para aprobar reformas militaristas a pesar de la expresa prohibición en la Constitución.

“La militarización de México implica severos riesgos a nuestro proceso democratizador. La fuerza sustituye al consenso afectando al orden constitucional”.

Estado de Excepción

Si bien afirma que es creciente en la ciudadanía la percepción de una clara tendencia al “engaño y la mentira”, el Estado de Excepción es especialmente redituable en tanto que supone la identificación de un enemigo público que representa una amenaza tan extrema que las personas están dispuestas a “sacrificar los valores de la libertad y de la democracia a condición de obtener protección”.

“El Estado de Excepción se caracteriza por el secuestro de la conciencia y la percepción de la población, para imponerle una nueva concepción del derecho y de la política en la cual los valores democráticos se colocan en un plano subordinado”.

Su éxito radica en que a nivel cultural tiene un impacto mayor que el obtenido mediante el decreto de leyes: “ninguna ley, ni siquiera la más punible, lograría imponer nuevos criterios para juzgar la realidad”. Se trata, explica Cisneros, de reescribir los códigos de sociabilidad y construir una predisposición instintiva que le asegure al régimen autoritario una remodelación de la normalidad sin golpes de Estado o derramamientos de sangre

“El Estado de Excepción permite una remodelación plástica de la normalidad sin derramamientos de sangre o golpes de Estado, alterando la separación de poderes, la igualdad jurídica de los individuos, la certeza de la ley y las libertades personales. Este régimen de excepción avanza en nuestro país”.

Con información de La Crónica.

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