Por Gustavo Rodríguez
Visto en redes sociales: “Antes de ser candidata a gobernadora, Delfina Gómez debió devolver el dinero malhabido”.
En un escenario político marcado por la búsqueda constante de líderes íntegros y transparentes, surge un dilema ético, moral y legal que sacude las bases de la confianza ciudadana. Nos referimos al caso de una mujer que, después de haber sido sancionada por corrupción, se presenta hoy como candidata a gobernadora del Estado de México, generando un debate sobre la idoneidad y la responsabilidad moral de permitir que alguien con antecedentes cuestionables compita para un cargo público de tanta relevancia.
La ética, como guía fundamental de la conducta humana, plantea preguntas ineludibles ante esta situación. La corrupción, considerada una de las prácticas más corrosivas en cualquier sociedad, erosiona los principios éticos que sustentan el bienestar colectivo. La confianza ciudadana se ve minada cuando aquellos que han sido sancionados por corrupción buscan ocupar cargos de poder y toma de decisiones. ¿Cómo pueden los ciudadanos confiar en una persona que ha sido implicada en actos de corrupción, que ha utilizado su posición para beneficio propio en detrimento de los intereses comunes?
El aspecto moral del dilema también cobra relevancia. La corrupción no solo es un delito en sí mismo (y castigado con prisión preventiva de acuerdo a las reformas aprobadas por Morena en el Congreso), sino que además tiene consecuencias morales graves. Los actos corruptos desvían recursos destinados al bienestar de la sociedad, perpetuando la desigualdad y la injusticia. Apoyar a una candidata con antecedentes de corrupción implica aceptar y normalizar una conducta moralmente reprobable, y podría poner en riesgo los avances logrados en la lucha contra este flagelo.
Desde una perspectiva legal, es imprescindible analizar las implicaciones y limitaciones que el marco jurídico establece para aquellos con antecedentes de corrupción que buscan ocupar cargos públicos. En teoría, México tiene sus propias normativas al respecto, y es necesario evaluar restricciones claras que impidan que alguien con un historial de corrupción asuma responsabilidades gubernamentales. La legalidad de la candidatura de una persona sancionada por corrupción debería ser crucial en este debate, ya que la integridad y la legitimidad de las instituciones democráticas están en juego.
En los últimos años, han surgido una polémica tras otra en torno a la retención de pensiones a madres de familia y salarios a trabajadores de Texcoco, presuntamente llevada a cabo por Delfina Gómez, y un presunto sobrino, quien enfrenta acusaciones de homicidio. Estos actos han generado indignación y han puesto en tela de juicio la integridad de los involucrados.
Las denuncias sobre la retención de pensiones a madres de familia fueron presentadas por varias afectadas y en su momento ganaron relevancia en los medios de comunicación. Según los testimonios, diversas madres de familia en situación vulnerable no recibieron sus pensiones correspondientes, las cuales les debían ser otorgadas por el Gobierno del Ayuntamiento de Texcoco para ayudarles a sostener a sus hijos. Esta situación generó gran preocupación, ya que estas pensiones significaban una importante fuente de ingresos para estas familias.
Por otro lado, se ha señalado que también se produjo la retención ilegal de salarios a trabajadores de Texcoco. Según las acusaciones, Delfina Gómez y su supuesto sobrino de nombre Alonso Nissim Gómez Jaspeado, quien era también funcionario en el municipio, habrían sido responsables de la retención injustificada de los salarios de varios empleados. Esta acción ha afectado gravemente a los trabajadores, quienes dependen de sus ingresos para cubrir sus necesidades básicas.
La situación se ha agravado aún más debido a las acusaciones de homicidio que pesan sobre Alonso Nissim Gómez. Estas acusaciones han generado un fuerte cuestionamiento sobre la integridad y la idoneidad de los involucrados en la retención de pensiones y salarios.
Sin embargo, en última instancia, es el electorado quien tiene la responsabilidad de tomar una decisión informada y consciente. Los ciudadanos deben evaluar minuciosamente la trayectoria y los valores de los candidatos, considerando no solo los errores pasados, sino también la genuina voluntad de cambio y enmienda. La regeneración moral en la política no puede descartarse por completo, pero debe estar respaldada por evidencias tangibles de cambio y un compromiso inequívoco con la transparencia y la rendición de cuentas.
El dilema ético, moral y legal de una mujer sancionada por corrupción que ahora busca el voto para ser gobernadora pone de manifiesto la complejidad y los desafíos que enfrenta la sociedad en su búsqueda de líderes responsables y éticos. La confianza ciudadana y la integridad de las instituciones democráticas están en juego. La decisión recae en los votantes, quienes deben reflexionar cuidadosamente sobre las implicaciones de su elección y considerar si están dispuestos a otorgar su respaldo a alguien con un pasado marcado por actos de corrupción.
Es necesario un debate serio y profundo sobre las condiciones y los criterios de elegibilidad de los candidatos, así como el fortalecimiento de los mecanismos de control y sanción de la corrupción. Solo de esta manera podremos construir una sociedad más justa, transparente y libre de prácticas que socaven los pilares de la democracia.
En entrevista con este reportero para “Voces en Red”, una poco optimista presidenta de Chalecos México, Alejandra Morán, advirtió tajante que frente a la falta de propuestas y liderazgos en la oposición, “nos guste o no” Morena ganará la elección del 2024.
Pese a su excepticismo, la activista social aún dejó abiertos algunas rendijas: “Lo que necesitamos empezar a crear es un cambio en donde (los partidos) volteen verdaderamente a las bases con empatía, con solidaridad y resiliencia, enseñarles a ser resilientes, predicar con el ejemplo. Entonces todos esos temas que llegan al corazón es la única manera en que los políticos pudieran llegar a gestar cambios”.
Sin embargo, advirtió que “los políticos actuales se sienten bordados a mano, soberbios y creen que solitos pueden dentro de sus partidos. Se siguen peleando dentro de sus partidos… porque lo único que están peleando son posiciones de poder y nosotros los ciudadanos les importamos un soberano rábano”.
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