Desde el inicio de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador prometió un enfoque radicalmente diferente para combatir la violencia y garantizar la seguridad en México. Su estrategia se basaba en la idea de que se podía resolver el problema de la inseguridad a través de “abrazos, no balazos”.
Sin embargo, a medida que su administración avanza, queda claro que esta retórica populista ha resultado en un fracaso en la reducción de la violencia en el país. A 4 años y medio de su inicio ya van más de 156 mil homicidios dolosos, y sumando, lo que demuestra la fallida estrategia de seguridad de López Obrador y la desilusión que ha generado la Guardia Nacional, la piedra angular de su plan de seguridad.
La estrategia de “abrazos, no balazos” presentada por López Obrador carece de un enfoque claro y efectivo para abordar los problemas de seguridad en México. A pesar de las palabras bien intencionadas, los índices de violencia continúan aumentando en todo el país. El gobierno ha demostrado una falta de comprensión de la complejidad de la violencia y no ha implementado medidas concretas para combatir las causas profundas de la inseguridad.
Por otro lado, la creación de la Guardia Nacional fue presentada como la solución para combatir la violencia y restaurar la seguridad en el país. Sin embargo, esta nueva fuerza de seguridad no ha logrado cumplir con las expectativas y jamás podrá llegar a sustituir a las policías estatales o municipales.
Aunque se prometió que la Guardia Nacional sería una institución civil y respetuosa de los derechos humanos, su despliegue ha estado plagado de abusos y denuncias de violaciones a los derechos fundamentales. Además, la falta de capacitación adecuada y la insuficiente coordinación con otras instituciones de seguridad han debilitado su capacidad para enfrentar la violencia de manera efectiva.
A pesar de las promesas de López Obrador de combatir la corrupción y fortalecer el sistema judicial, la impunidad sigue siendo una característica preocupante en el país. La falta de rendición de cuentas y la corrupción generalizada en el sistema de justicia han debilitado los esfuerzos para llevar ante la justicia a los responsables de los crímenes violentos. Sin una justicia eficiente y transparente, la estrategia de seguridad del gobierno se ve gravemente comprometida.
Uno de los principales desafíos en la evaluación de la estrategia de seguridad de López Obrador es la falta de transparencia y la inconsistencia en los datos proporcionados por el gobierno. La falta de información confiable y la opacidad en la divulgación de estadísticas de violencia dificultan la evaluación precisa de los avances y fracasos de la estrategia de seguridad. Esta falta de transparencia socava la confianza pública y dificulta el diálogo y la colaboración entre el gobierno y la sociedad civil.
Sin duda, el fracaso de la estrategia de seguridad de López Obrador y la desilusión que ha generado la Guardia Nacional son evidentes. La retórica vacía y la falta de una estrategia integral han dejado al país sumido en una creciente ola de violencia. Es urgente que el gobierno reconsidere su enfoque y adopte medidas concretas para abordar las causas profundas de la inseguridad, fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad pública y promover la transparencia y rendición de cuentas. Solo a través de un enfoque integral y basado en evidencia se podrá lograr una verdadera reducción de la violencia y garantizar la seguridad para todos los mexicanos.
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