Conoce la historia de Nelva Jactthar Ayuzo, una mujer de 61 años que todos los días rompe barreras y demuestra su pasión por el deporte y su alegría por la vida.
Imagen de portada : Chilango / Majo Martínez
Ejemplo de vida
La revista Chilango dio a conocer la historia de Nelva Jactthar Ayuzo, una mujer de 61 años que todos los días lucha por romper las barreras que enfrentan las personas con discapacidad o diversidad funcional. En su silla de ruedas, Nelva llega todas las mañanas desde su hogar en la colonia Tepalcates (cerca de Cabeza de Juárez) al Metro de la Ciudad de México, como lo ha hecho desde hace 32 años, para pedir a los pasajeros alguna moneda que le permita salir adelante. Por las tardes, se transforma en una estrella del básquetbol, deporte en el que ha ganado medallas a nivel local. Así se presenta Nelva con los pasajeros de la Línea 2 del Metro, a quienes les habla amablemente con un micrófono y bocina y de quienes recibe el apoyo necesario para poder sacar adelante a su familia:
“¿Qué tal amigos? muy buenas tardes, me da mucho gusto poder saludarles, espero no molestar a nadie, pero si así fuera les ofrezco una gran disculpa. La verdad es que cuando uno tiene una discapacidad es muy difícil salir adelante por diferentes razones, yo trabajo de esta manera para poder acercar lo necesario a casa. Y vengo a pedirles por favor si pudieran ayudarme con una moneda, que por muy pequeña que usted considere que sea, para mí va a ser de gran ayuda. Muchísimas gracias por escucharme, les deseo muy buen día y que Dios los lleve con bien a donde quiera que se dirijan”.
Disfrutar la vida, el trabajo y el deporte
Su actitud positiva la convierte en un verdadero orgullo nacional. Nelva usa silla de ruedas desde los dos años debido a las complicaciones de la poliomielitis, y todos los días enfrenta las dificultades de una ciudad sin la infraestructura necesaria para personas con discapacidad ni oportunidades laborales suficientes para el acceso a una vida digna y atención médica. También vive en carne propia las consecuencias de la crisis del COVID-19, una enfermedad que contrajo en la pandemia y cuyas secuelas aún permanecen en su organismo. Pero ella no se rinde ni se cansa.
Cuando no encuentra a alguien que la ayude a bajar las escaleras del Metro —porque desafortunadamente no todas las estaciones del Metro chilango son accesibles para personas con cualquier tipo de diversidad funcional— ella se carga a sí misma. Con una mano se sostiene del pasamanos y con la otra carga su silla de ruedas escalón por escalón. ¡Nelva es muy fuerte! Pero a sus 61 años acepta que con las secuelas del covid ya se cansa.
Nelva asegura con una sonrisa que lo mejor para todos es disfrutar siempre de la vida: “disfrutar todo lo que poseo, ¡hasta mi polio! Porque si no fuera por esto no hubiera conocido, no hubiera disfrutado, ni viajado y simplemente, no estaría aquí”.
“Nelva es una persona con mucha gratitud y ¡con muchas ganas de vivir! ¡Con mucho entusiasmo! ¡Con muchas ganas de salir adelante!”, así se describe a sí misma en entrevista con Chilango, “pienso que la discapacidad la tenemos en la mente. La situación es difícil por la falta de accesibilidad en esta ciudad, desde el transporte público hasta restaurantes y hoteles. Hay lugares que se dicen accesibles pero no lo son. A veces entro al sanitario de un lugar y no puedo ni cerrar la puerta. Eso es solo uno de los pequeños, y a la vez grandes detalles que complican mucho la vida de las personas con algún tipo de discapacidad”.
Una basquetbolista ganadora
Al salir del Metro, Nelva se traslada a la duela del Deportivo Metropolitano en Ciudad Nezahualcóyotl para entrenar con su equipo de básquetbol adaptado, los Reptilianos Neza, un equipo mixto donde juega como ala derecha y con el que ya ganó una medalla tras disputar un cuadrangular en el Deportivo Soraya Jiménez. Es apasionada de este deporte, que le ha dejado muchos amigos e valiosos aprendizajes sobre la posibilidad de “valerse por uno mismo, sentirse como una persona realizada, para hacer vida de verdad. Hay muchas personas que están encerradas en sus casas… quiero decirles que esto es bien bonito porque te relacionas con la gente, haces ejercicio, conoces de otros deportes. ¡No es tiempo para estar encerrados!”.
Cuando conocí el deporte a mis 28 años, ¡me transformé! ¡Viajé y practiqué! Hasta me tocó ir a Los Ángeles a jugar un cuadrangular, y otro a Nuevo México. Íbamos a ir también a competir a Argentina, pero fue cuando salí embarazada y ya no pude ir, me quedé a tener a mi hija. Soy muy bendecida porque tengo una hija maravillosa, ¡Gaby, te amo! Y además amo mucho a mi pareja, amo mucho a mi familia.
Con información de Chilango