En medio del traqueteo constante de los rieles y el estruendo de La Bestia, un grupo de héroes anónimos se ha unido en Zacatecas para brindar ayuda a los migrantes centroamericanos que viajan rumbo a la frontera norte. Con instrucciones como “¡Ahí viene el tren! ¡Tengan listos los lonches y todas las cosas para aventárselas!” y “¡Dios los bendiga y buen viaje!”, más de treinta personas solidarias se han convertido en un faro de esperanza para aquellos que recorren peligrosamente los vagones de tren.
Todo comenzó entre familia
Hace más de cinco meses, Lupita Cuevas, de 25 años, y su esposo Gilberto Dueñas, de 29 años, presenciaron la angustia de los migrantes que intentaban atrapar botellas de agua arrojadas desde el tren en el cruce ferroviario de San Fernando, en la capital de Zacatecas. Conmovidos por esta escena, decidieron actuar y crearon un grupo de WhatsApp con amigos y familiares para recaudar fondos y comprar cajas de botellas de agua.
Lo que comenzó como un gesto de generosidad de dos personas se ha transformado en un esfuerzo comunitario significativo. El grupo se amplió rápidamente a medida que más personas se unieron a la causa, incluida Jaqueline Reyes, quien trabaja en una empresa de llantas ubicada junto a las vías del tren, que se ha convertido en un improvisado centro de acopio de víveres.
En poco tiempo, el grupo no solo estaba proporcionando agua, sino que también elaboraba tortas y preparaba bolsitas con lonches, además de recolectar ropa y cobijas. Mónica y Dulce Ávila se unieron a la causa, buscando apoyo entre los locatarios del mercado de abasto y diferentes comercios. Otros miembros del grupo comenzaron a hacer colectas en las vías del tren y afuera de los supermercados, comprendiendo que la ayuda debía ser constante y oportuna.
Más de 80 personas voluntarias para ayudar a migrantes
Hoy, este grupo solidario se ha convertido en una red de más de 80 personas que se hacen llamar “Máquina 30-30, amor sin fronteras”. Los miembros más activos, un grupo de alrededor de treinta personas, se reúnen diariamente, sin importar las condiciones climáticas, para distribuir alimentos y suministros. Reconocen que todos los que participan son vitales, ya que contribuyen de diferentes maneras, ya sea donando recursos, alimentos o productos.
La logística va en mejora
Lupita Cuevas explica que, al principio, se basaban en conocidos que vivían en las zonas cercanas para avisarles si el tren transportaba a muchos o pocos migrantes, permitiéndoles estar preparados en el cruce de San Fernando. Con el tiempo, establecieron contactos con maquinistas y personal ferroviario para obtener información sobre los horarios de las rutas y la cantidad de viajeros.
La logística ha mejorado notablemente, con informantes ferroviarios que les avisan desde que el tren sale de Irapuato, Guanajuato, y otros que les informan cuando La Bestia parte de San Francisco de los Romos. En ese momento, el grupo Máquina 30-30 se moviliza, ya que el tren tarda aproximadamente dos horas y media en llegar a la capital de Zacatecas desde ese punto.
Los miembros de este grupo señalaron que el crucero ferroviario de San Fernando se ha convertido en el punto de encuentro ideal para distribuir los víveres. Anteriormente, algunos de ellos se ubicaban en diferentes colonias de Guadalupe y Zacatecas, pero notaron que los lonches siempre llegaban a los mismos migrantes, mientras que aquellos en la parte trasera del tren se quedaban sin nada.
Jornadas de ayuda a migrantes de hasta 12 horas
Recientemente, recibieron un informe que indicaba que un tren con aproximadamente 2 mil migrantes estaba en camino, lo que significaba que todos debían concentrarse en el crucero. Esta jornada se convirtió en la más intensa hasta la fecha, con un esfuerzo continuo de 12 horas que comenzó a las 2 de la tarde con la adquisición de suministros y la elaboración de lonches, y que finalizó a las 2 de la mañana del día siguiente.
Los voluntarios recuerdan que fue un día de constante actividad, yendo de un lugar a otro en busca de insumos. Intentaron comprar bolillos en las tiendas de autoservicio, pero la cantidad disponible era limitada, por lo que otros miembros del grupo visitaron diversas panaderías y lograron adquirir más de 500 bolillos. Además de las tortas, debían preparar lonches con fruta, galletas y otros alimentos para poder abastecer a la mayoría de los migrantes.
A pesar del frío y la lluvia de ese día, los voluntarios se mantuvieron firmes en su labor. Incluso, algunos de ellos llevaron a sus hijos, quienes disfrutaron participando en la actividad. Se encendieron fogatas, se cantó y se bailó, creando un ambiente de comunidad que los llenó de alegría.
El sueño americano y los contratiempos
Las historias conmovedoras y los actos de ayuda también han sido parte integral de la experiencia de Máquina 30-30. Jaqueline y Dulce cuentan una ocasión en la que vieron a jóvenes migrantes ágiles bajando del tren para agarrar víveres, pero también presenciaron a un hombre de mayor edad que tuvo dificultades para subir nuevamente al tren. Desesperado, corrió varios metros, pero el cansancio lo venció y fue arrastrado. Los voluntarios corrieron para rescatarlo y le brindaron atención médica.
Otra historia notable involucra a un matrimonio que viajaba con un bebé de seis meses y una niña de ocho años. El bebé estaba enfermo con una infección en los ojos, por lo que los voluntarios los auxiliaron y los llevaron a la Casa del Migrante en Zacatecas para recibir atención médica.
Te recomendamos leer: Cruz Roja lanza plataforma digital “Redsafe” para proteger a migrantes
Con información de El Universal.