Aunque el presidente negó que hubiera acarreo para llenar el Zócalo, una usuaria de Twitter narró cómo se obliga a los empleados del gobierno a apoyar “voluntariamente” a la Cuarta Transformación, quienes tienen que pagar “un derecho de piso” por su cargo.
Tras la polémica que han generado las imágenes de decenas de camiones que arribaron del interior del país al centro de CDMX, con cientos de personas “uniformadas” con gorras, camisas y banderas de Morena y AMLO, lo que se ha nombrado como un acarreo masivo para llenar el Zócalo, una exempleada del gobierno revela cómo se han llevado a cabo estas prácticas durante la Cuarta Transformación.
“El #acarreo empieza cuando trabajando en la administración pública, te piden el 20% del salario nominal”, relata Carmen Contreras en su cuenta de Twitter “La Utopía” (@Utopia_Urbana). Carmen, quien trabajaba en la administración pública y actualmente se desempeña como gerente de proyectos sociales de manera independiente, relata que, con la Cuarta Transformación, llegaron las exigencias de proselitismo para Morena y el presidente López Obrador, con mucho trabajo extra de por medio: “te piden vender boletos para una rifa, baile o cualquier bobada. Yo no tenía tiempo para vender boletos de rifa, así que los compraba todos para poder trabajar en paz y los regalaba”.
“Hay muchos prejuicios sobre los mitines y acarreos. Son un síntoma visible de un gran problema sistémico sobre cómo hacer política, cómo se utiliza a las personas, no solo a quienes están en desventaja económica, sino a quienes, como en mi caso, no podíamos perder el empleo”.
Contreras, quien actualmente es directora de Perspectivas de IG (igualdad de género) y consultora en desarrollo urbano con perspectiva de género, señala que “entre más alto el cargo, más tienes que aportar para los mítines a través de actividades que se hacen todo el tiempo desde su partido (antes PRD, hoy Morena). Es parte del derecho de piso para poder estar en un cargo, aún cuando tengas un perfil acorde al puesto y buen desempeño”.
Contreras señala que si no te afiliabas al partido, por lo menos te pedían firmar una carta de “simpatizante” para no perder el puesto de trabajo y “que tu vida laboral no fuera un infierno”; con dicha carta, se hacía un compromiso de contribuir a cada mitin. Señala que las dirigencias locales de Morena esperan que los empleados de la administración pública dediquen parte de su tiempo de trabajo a organizar mitines y acarreos, “lo cual viola la Ley de Responsabilidades de Servidores Públicos”.
“Las contribuciones que te piden para la causa del amado líder (a mi me tocó financiar desde el ‘gabinete legítimo’, hasta una convención estatal) además de ‘donar’ parte de tu salario, conseguir transportes foráneos, mantas, lonas, gorras y llevar ‘al menos 10 personas’. El punto de ‘llevar a 10 personas’ al mitin se convierte en una competencia interna entre quienes se autodenominan ‘líderes de izquierda’. Esos eventos, como dicen entre ellos, son para demostrar ‘músculo’, lo cual implica seguir en un cargo público sin saber hacer otra cosa”.
Mis grandes problemas a solucionar cuando trabajé en el Gobierno de “izquierda progresista” fueron actuar con legalidad bajo presión del partido de hacer lo contrario en el tema de sus actos electorales. Obvio, me gané así la enemistad de muchas personas, pero el respeto de otras
“Seguramente me leerán quienes estuvieron a mi cargo y eran partidarios de lo que hoy es Morena. Teníamos una regla: se dedicaban a sus asuntos de partido después de las 6, se les evaluaba su trabajo en la gestión pública y si no lo cumplían yo pedía su cambio de área al alcalde”, dice la exfuncionaria.
“Como persona con interés en la profesionalización del servicio público pensaba “no va a ser para siempre esta explotación laboral” sin embargo, una se va a otro lugar mejor, pero la enfermedad del acarreo, la frágil democracia que tenemos nos ha llevado a lo que ayer vimos. Y seguirá funcionando esa máquina que llena el Zócalo con ese membrete guinda o tricolor o amarillo mientras las causas profundas de la falta de opciones políticas siga, la falta de compromiso ciudadano y una cultura de la legalidad precaria”.
Finalmente, Carmen aclaró que también ocupó cargos de responsabilidad en un gobierno panista local y en un gobierno priista federal, sobre los cuales puntualizó que “solo bastó mi desempeño, que mi perfil estuviera acorde al puesto y pasar las evaluaciones. Nunca me pidieron contribuciones porque no soy militante”.
La publicación no tardó en tener reacciones de usuarios que han sido también testigos de los hechos y el abuso que describe Carmen en el hilo de Twitter. Aseguran que durante los gobiernos del PAN y del PRI no se llevaban a cabo este tipo de prácticas de proselitismo con los empleados federales:
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