¿Creer en Claudia? ¡Un gigantesco salto de fe!

En un contexto político donde las promesas electorales suelen ser cruciales para captar la confianza del electorado, la candidata oficialista Claudia Sheinbaum presenta un discurso que parece navegar entre la continuidad y la promesa de resolución de problemas actuales. Según Pascal Beltrán del Río en su columna “Bitácora del Director” del periódico Excélsior, Sheinbaum ha enfatizado repetidamente que su gobierno sería una continuación del actual, liderado por López Obrador, sin dejar de prometer soluciones a problemas que han intensificado durante la misma administración.

¿Un nuevo amanecer o el mismo día?

 A lo largo de su campaña, Sheinbaum ha tratado de asegurar a los mexicanos una mejora significativa en áreas críticas como salud, economía, educación, agua y seguridad. No obstante, una revisión detallada de sus propuestas muestra que no se desmarcan radicalmente de las políticas actuales.

Por ejemplo, en salud propone un “nuevo sistema”, pero mantiene estructuras como el IMSS y el IMSS-Bienestar, y en seguridad, sugiere fortalecer la Guardia Nacional y otros cuerpos sin optar por una “mano dura”. Este enfoque ha llevado a preguntas sobre si realmente se pueden esperar cambios tangibles bajo su liderazgo.

El desafío de innovar dentro de la continuidad

El compromiso de Sheinbaum de no “traicionar” el legado de López Obrador fue claramente expresado en marzo durante un evento en Tabasco. Esta fidelidad plantea un desafío inherente: innovar y mejorar dentro de un marco de continuidad. La candidata y su equipo deben convencer al electorado de que es posible mantener la ruta sin caer en la complacencia, especialmente cuando las mejoras prometidas en campos esenciales aún no se materializan de manera efectiva. La crítica, por tanto, no solo se centra en la falta de un distanciamiento ideológico, sino también en la habilidad para implementar reformas efectivas que se distingan claramente de las políticas precedentes.

Según Beltrán del Río, las elecciones del 2 de junio presentan una disyuntiva fundamental para los votantes: ¿Es posible un cambio real dentro de la continuidad? Y más aún, ¿pueden los mexicanos depositar su confianza en promesas que, aunque reconfortantes en teoría, han sido parte del discurso político sin cambios radicales en la práctica? Estas son las preguntas que los ciudadanos deberán considerar al hacer su elección.

Esperar que haya continuidad con mejores secuelas requiere de un gigantesco acto de fe.

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