La medida que ha sido anunciada con orgullo por México está plagada de irregularidades y violaciones a los derechos humanos.
La contratación de personal médico cubano genera amplias interrogantes, todas legítimas, las más relevantes abordan el esquema de operación y financiamiento que se utilizará para cubrir sus servicios en el país.
Para empezar, la entrada de las y los profesionistas al país. El personal contratado debe cumplir con ciertos requisitos para ejercer la medicina que se encuentran estipulados en la Ley General de Educación, la cual les obliga a acreditar una cédula profesional; de igual manera, deben contar con la patente de ejercicio profesional que solicita la Ley Reglamentaria del Artículo 5 Constitucional Relativo al Ejercicio de Profesiones; de no hacerlo estarían incurriendo en usurpación y otros delitos graves.
Por otra parte, se trata también de un tema migratorio que, en este caso en particular, el artículo 17 de la Ley de Migración estipula que las autoridades mexicanas deben retener la documentación de migrantes; cosa imposible debido a que el gobierno cubano es quien custodia los documentos migratorios de sus médicos.
El modelo por el que el personal es llevado a otros países presenta una serie de irregularidades que suponen claras violaciones a los Derechos Humanos. Las condicionantes a las y los médicos son extremadamente restrictivas. En términos laborales, del 100% que paga el gobierno mexicano por los servicios de un profesional, este solo se queda con el 5% y la cantidad es retenida hasta que haya terminado el programa en el país que le contrató. De acuerdo con datos oficiales, México ha pagado al gobierno cubano más de 146 mil pesos al mes por cada médico.
“Está probado que más del 80% del dinero que Cuba cobra por las brigadas va a parar al régimen y no al bolsillo de los médicos cubanos, que viven en condiciones de esclavitud moderna y todo tipo de violaciones de sus derechos humanos. Llevar médicos en estado de esclavitud viola la legislación internacional sobre el trabajo y perpetua el sistema de explotación y separación familiar forzosa”.
Dita Charanzova, vicepresidenta del Parlamento Europeo
Son separados de sus familias por el tiempo que permanecen en el extranjero y la dinámica laboral no admite quejas o diálogo de algún tipo. Es un código estricto que, de no cumplirse, deriva en penas como la privación de la libertad que va de tres a ocho años o la negación para regresar a Cuba por un periodo de ocho años, mientras sus familias enfrentan el estigma con acoso y violencia.
La situación comprende una clara violación a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Además, viola los Convenios N.º 29 y 105 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el trabajo forzoso, y la Ley General para Prevenir Trata de Personas.
En los tiempos de la extinta URSS, Cuba se vio ampliamente beneficiada con el intercambio comercial, al grado de que llegó a constituir el 80% de su comercio exterior. A la caída del bloque soviético, Cuba se vio en una espiral de decadencia: su producto interno bruto (PIB) cayó un 35%; la inflación pasó del 0.5% al 26%; las exportaciones cayeron un 80%, mientras que las importaciones decrecían un 75%, lo que provocó una aguda escasez de alimentos, combustibles, manufacturas e insumos de todo tipo.
A finales de los 80, mientras fluía el capital soviético, Cuba puso en marcha una fuerte política de salud pública conocido como Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, mismo que se enfocaba en formar médicos y construir infraestructura sanitaria. A inicios de los 90, tras la caída de la URSS, Fidel Castro encontró en sus profesionistas una forma de obtener ingresos y limpiar la imagen de su régimen al exterior con la creación de las famosas “misiones médicas” cuya derrama económica llegó a los 11 mil millones de dólares anuales y la obtención de petróleo, principalmente de Venezuela.
Si bien, en este periodo los médicos cubanos aprendían en universidades competentes tanto en enseñanza e infraestructura, la falta de flujo a Cuba a principios de los 90 repercutió en todo su sistema social y, por supuesto, en el educativo. Ricardo Pascua, exembajador en Cuba, refiere que la preparación de las y los estudiantes cubanos es obsoleta pues carecen de formación en innovación tecnológica y bibliografía actualizada; así mismo los hospitales carecen de aparatos médicos de calidad además que es patente la carencia de medicinas.
El atraso es de tal magnitud que durante su estancia en México para tratar Covid-19, no sabían cómo manejar los respiradores.
Países como Brasil, Bolivia, Costa Rica o Chile han calificado de deficiente la formación de los doctores cubanos que buscaban la revalidación de sus estudios en su territorio. También se conoce de un caso de estudiantes paquistaníes que cursaron medicina en Cuba y al regresar a Pakistán lamentaron que el deficiente equipamiento de las escuelas y la baja calidad educativa en la isla les pusiera en desventaja para la prueba del Consejo Médico y Dental de su país para revalidar sus títulos.
Bajo este contexto, cobran mayor sentido las suposiciones respecto a que la decisión de AMLO tiene que ver más con un asunto político para mantener un financiamiento a la isla y su régimen, que lograr el acceso universal a la salud de las y los mexicanos.
Con información de El Economista, Semanario Gatopardo, Connectas.
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