En un acalorado enfrentamiento el pasado lunes, el presidente López Obrador y el reconocido periodista Jorge Ramos pusieron de manifiesto un tema que resuena profundamente en México: la creciente violencia e inseguridad que ha caracterizado el actual sexenio. Este choque dialéctico destaca la urgente necesidad de abordar estos problemas cruciales durante las próximas campañas presidenciales.
Según el artículo “El sexenio más violento de la historia”, escrito por Demetrio Sodi y publicado en El Economista, señaló que de acuerdo con Ramos las 178,000 muertes por homicidios dolosos sitúan el actual sexenio como el más violento de la historia del país. Contrariamente, el presidente López Obrador defendió su gestión, alegando que durante su administración, las muertes dolosas han disminuido en un 20 por ciento.
La dualidad de estas afirmaciones revela una realidad compleja. El presidente heredó un país con un promedio de 100 muertes diarias, logrando reducirlo a 77 y disminuyendo los homicidios anuales de 36,685 a 30,523. Aunque existe un progreso, la violencia persiste como el principal desafío nacional, especialmente en el caso de los homicidios dolosos, donde los resultados se consideran insuficientes.
El análisis de diversos indicadores muestra mejoras significativas en otros rubros. Los robos totales disminuyeron en un 25.9%, el robo de vehículos en un 47.1%, los feminicidios en un 28.7%, los secuestros en un 77.6%, y el robo de hidrocarburos en un asombroso 94.2%.
La construcción de la Guardia Nacional, con el respaldo del Ejército y la Marina, tomó tres años. Aunque se han obtenido resultados en el cuarto año, la estrategia ha descuidado el fortalecimiento de las policías estatales y municipales, esenciales para cerrar el círculo en la lucha contra la delincuencia.
Con 286,000 elementos del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional vigilando el territorio nacional, la reducción del 20% se considera un resultado mediocre en comparación con los recursos invertidos. La estrategia de “abrazos y no balazos” no parece ser el problema; más bien, la incapacidad de la Guardia Nacional, al ser militar y federal, para enfrentar los problemas cotidianos de inseguridad y delincuencia a nivel local.
El crecimiento del cobro de piso en todo el país refleja la incapacidad de la Guardia Nacional para abordar estos delitos. Estos problemas requieren la colaboración de gobiernos municipales, policías locales, Ministerio Público y el Poder Judicial, aspectos a los que la Guardia Nacional, con su enfoque federal y militar, está lejos de acceder.
El enfrentamiento entre Jorge Ramos y el presidente López Obrador dejó claro que ambos perdieron. Ramos, al provocar repetidamente al presidente con el mismo argumento, y el presidente, al responder con soberbia y cerrazón en lugar de dialogar y convencer con argumentos sólidos. Este choque destaca la necesidad de un diálogo más constructivo sobre la violencia que afecta a México y la importancia de propuestas efectivas en las próximas campañas presidenciales.
Leer “El sexenio más violento de la historia”, de Demetrio Sodi, en El Economista.
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