En las últimas semanas, el estado de Jalisco ha sido testigo de una serie de trágicas masacres que han dejado a su paso dolor, angustia y la pérdida de numerosas vidas jóvenes. Estos actos de violencia han conmocionado a la sociedad y han puesto de manifiesto la necesidad urgente de abordar la creciente problemática de la seguridad en México.
Sin embargo, es crucial recordar que, en medio de esta tragedia, no debemos caer en la tentación de criminalizar a las víctimas. No eran miembros del crimen organizado, no pertenecían a ningún cartel, como falsamente se ha hecho creer. Eran jóvenes, trabajadores con presente y un futuro, con sueños y aspiraciones que ya no podrán cumplir. Es momento de reflexionar y comprender la importancia de no estigmatizar a aquellos que han sufrido estas terribles pérdidas.
Hace un par de días, el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses confirmó el asesinato de los ocho jóvenes trabajadores de un call center desaparecidos en mayo. Sus restos fueron encontrados en el fondo de un barranco de la colonia Mirador Escondido, en Zapopan.
Ésta no es la única masacre ocurrida durante el Gobierno de Enrique Alfaro en Jalisco. Desde que inició su gestión han sucedido otras 112 masacres entre enero de 2019 y mayo de 2023, según la organización nacional Causa en Común y reportes hemerográficos. Se considera una masacre cuando se confirma el asesinato de tres o más personas en un mismo suceso. El 2020 fue el año que concentró más masacres: 43.
Entre los casos más significativos están el asesinato de los tres hermanos González Moreno (Ana Karen, Luis Ángel y José Alberto) en 2021. También el homicidio de 11 personas en la colonia Jauja, Tonalá, en febrero de ese año.
Uno más consistió en la ejecución, por parte de un grupo armado, de seis personas en un centro de rehabilitación clandestino en Tlaquepaque, en julio de 2022.
En declaraciones para el periódico El Informador de Guadalajara, la codirectora del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD), Anna Karolina Chimiak, lamentó que sólo en los casos mediáticos, o cuando hay protestas, la autoridad realice acciones inmediatas. Sin embargo, añadió que es necesario que el caso de los ocho jóvenes no quede impune: “Deben encontrar a las personas responsables”.
Si bien Jalisco es una de las Entidades con más homicidios a nivel nacional, este delito casi no es castigado, pues se documenta un 99.7% de impunidad en este ilícito con relación a las sentencias emitidas por el Poder Judicial. Esto de acuerdo con el último estudio “Seguimiento y evaluación del sistema de justicia penal en Jalisco”, elaborado por la A.C. México Evalúa.
Es natural que, ante actos de violencia tan atroces, la sociedad busque respuestas y razones detrás de los sucesos. Sin embargo, es fundamental no caer en generalizaciones y estereotipos que puedan llevar a la criminalización de las víctimas. Cada una de las personas que perdieron la vida en estas masacres era un ser humano único, con sueños, aspiraciones y un potencial por desarrollar. Es injusto y contraproducente estigmatizarlos y asociarlos automáticamente con actividades delictivas.
La criminalización de las víctimas no solo es injusta, sino que también perpetúa un ciclo de violencia y estigmatización en nuestra sociedad. Al hacerlo, corremos el riesgo de deshumanizar a aquellos que ya han sido privados de sus vidas y negarles la dignidad que merecen. Además, este enfoque erróneo desvía la atención del verdadero problema: la violencia desenfrenada que azota a nuestra sociedad y la falta de seguridad que afecta a tantos jóvenes.
Es importante recordar que muchas de estas víctimas eran personas inocentes, jóvenes que simplemente estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. Criminalizarlas no solo socava su memoria, sino que también puede dificultar la búsqueda de justicia y la identificación de los responsables reales de estos crímenes.
Es fundamental que como sociedad rechacemos cualquier intento de estigmatizar a las víctimas y en su lugar, nos enfoquemos en luchar por la justicia y exigir respuestas a las autoridades competentes. Necesitamos investigaciones exhaustivas, transparencia y rendición de cuentas para garantizar que los responsables de estas masacres sean llevados ante la justicia.
Las recientes masacres de jóvenes en Jalisco han sido un llamado de atención para todos nosotros. En este momento de duelo y reflexión, es crucial recordar que no debemos caer en la trampa de la criminalización de las víctimas. Cada vida perdida merece ser recordada y valorada como un ser humano único y especial.
La exigencia justicia y contra la impunidad es un grito unísono de una sociedad que aspira a tener un México más seguro y justo para todos. En los casos de las vidas que recientemente fueron arrebatadas, solo a través del respeto y la empatía podremos enfrentar los desafíos que tenemos como sociedad y brindar a las víctimas el reconocimiento y la dignidad que merecen.
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