Bajo la idea de que “la economía no debe ser manejada sólo por economistas, porque sería como dejar la paz en manos de militares”, es como Andrés Manuel López Obrador ha marginado y menospreciado a los técnicos en ciencia económica que ha tenido a su lado.
El resultado de ese desprecio por la ciencia ha tenido consecuencias que van desde negarse a trabajar con él, bajarse del barco durante sus administraciones, y, la más crítica, cumplir sus caprichos con el altísimo costo que ello tiene para una economía, como lo estamos resintiendo durante la actual crisis en la que se encuentra México.
La razón por la que economistas respetados en los círculos financieros internacionales, como Santiago Levy o Rogelio Ramírez de la O, rechazaron trabajar con López Obrador en la actual administración fue precisamente porque conocían su talante dictatorial e imperioso, como lo describió hace unos días el Financial Times.
Los que sí se la volvieron a jugar con él en su proyecto de la Cuarta Transformación fueron quienes lo acompañaron durante su gobierno en la Ciudad de México, incluido quien fue su secretario de Finanzas en la primera parte de su mandato y quien además fue profesor de casi todos: Carlos Urzúa Macías.
El doctor Urzúa conocía bien los arrebatos, la impericia e intransigencia de AMLO a la hora de proponer las políticas económicas; por eso terminó saliendo del gobierno capitalino luego de casi dos años y medio de haber sido secretario de Finanzas y se refugió en la academia. A Urzúa lo sustituyó Gustavo Ponce, un personaje caído en desgracia tras haber sido grabado en 2004 apostando en Las Vegas; posteriormente ocupó ese cargo Arturo Herrera hasta el final de la administración.
Urzúa fue maestro de Herrera, actual secretario de Hacienda, y de Gerardo Esquivel, propuesto para ser subsecretario de Egresos en el gobierno de la 4T, pero quien finalmente optó por ocupar una de las seis posiciones en la Junta de Gobierno de Banco de México.
Incluida Raquel Buenrostro, actual jefa del SAT, Urzúa tuvo gran influencia en los técnicos que hoy tienen un puesto clave en las decisiones económicas del país, por lo que resulta increíble que uno de sus pupilos, quien ahora despacha como titular de Hacienda, no haya aplicado ya algunas de las políticas que ha sugerido su otrora profesor en el Colegio de México.
La razón de esa decisión tiene nombre y apellido: Andrés Manuel López Obrador, quien tiene atado de manos al secretario de Hacienda y a la jefa del SAT frente a la recesión económica. Carlos Urzúa se cansó de tantos desplantes y desautorizaciones del Presidente y, a sólo siete meses de haber tomado las riendas de la Secretaría de Hacienda, presentó su renuncia –no esperó a que se la aceptaran– mediante una estridente carta en la que criticó la toma de decisiones de política pública “sin el suficiente sustento”.
Carlos Urzúa, quien de nueva cuenta regresó a la academia, ha publicado una trilogía de artículos en EL UNIVERSAL sobre cómo enfrentar la crisis; sin embargo, ante lo que consideró un “pasmo” del gobierno federal, decidió publicar una más en la que criticó duramente a AMLO y a uno de sus alumnos. Se titula: “Palos de ciego del gobierno y una simple vía”.
En el texto asegura que el gobierno federal no tiene ni idea de qué hacer ante la crisis económica. “Apenas atina a dar palos de ciego a diestra y siniestra”. Echa abajo la promesa de cero endeudamiento del sector público, como lo prometió AMLO, y sataniza la heterodoxia fiscal del gobierno en momentos en los que la economía sufrirá el peor electroshock de los últimos 90 años. Critica también los ‘curitas’ que se le quieren poner a la economía para detener su ‘hemorragia’, los cuales son insuficientes para frenar la crisis de empleo, así como la quiebra de miles de micro, pequeñas y medianas empresas. Los apoyos menores a 1% del PIB dan ternura cuando economías desarrolladas y emergentes han anunciado estímulos que van de 8% a 38% del PIB.
Gerardo Esquivel, quien vio venir a tiempo lo complicado que sería trabajar para el gobierno de López Obrador, tomó la primera oportunidad que tuvo para saltar del barco y refugiarse en Banxico, desde aporta su granito de arena para enfrentar la crisis. La semana pasada, Esquivel, a título personal, publicó un análisis sobre cómo enfrentar la crisis en el que reconoce que las medidas fiscales, monetarias y financieras han sido insuficientes para atender la emergencia generada por el Covid-19.
En su artículo titulado “Pandemia, confinamiento y crisis: ¿Qué hacer para reducir los costos económicos y sociales?”, el subgobernador planteó como primera medida un seguro de desempleo inmediato enfocado a trabajadores formales que perdieron su empleo en marzo, cuyo pago sería de “60% del salario del último empleo con un tope de hasta tres salarios mínimos netos” hasta por tres meses.
Para ayudar a las pymes, consideró que se les puede otorgar un diferimiento en el pago de sus contribuciones de seguridad social hasta por cuatro meses. Para algunos casos de pymes, como los restaurantes, expuso que puede diseñarse un programa especial de apoyo para el pago de rentas y otros gastos fijos, así como que los trabajadores del sector informal que pierdan su empleo o sus ingresos sean sujetos de acceder a los créditos anunciados por el gobierno federal o su inclusión a un programa para obtener un salario mínimo hasta por tres meses.
Las propuestas de Urzúa y Esquivel aguardan en el mundo de las redes sociales y las páginas de los medios de comunicación, mientras en Palacio Nacional se toman con calma la Fase 3 de la crisis de salud y la debacle económica.
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