Por: Manuel Arango
Esperando el amanecer después de un despertar inquieto decido poner en palabras las dudas y temores que me asaltan este domingo primero de diciembre, sabiendo que en unas horas se iniciará la marcha ciudadana de protesta contra la inseguridad mientras usted, señor presidente, rendirá un informe de su primer año de gobierno en el zócalo de la ciudad de México.
Pasadas ya las 8 décadas he vivido al menos 12 cambios sexenales de los que tengo recuerdo, atravesando muchos del PRI, dos del PAN y ahora uno bajo MORENA, nuevo partido de su liderazgo que, en un proceso de elección democrática, obtuvo una abrumadora mayoría otorgándole el poder para gobernar el país, velando por el bienestar y progreso de TODOS los mexicanos.
Señor presidente, no debemos dudar de su genuina intención de abatir la corrupción, la pobreza y la inseguridad, coincidiendo con el deseo de la gran mayoría de los mexicanos que calladamente y con esfuerzo viven de un trabajo honesto y contribuyen con los impuestos correspondientes hacia el bienestar general. Hoy, en muchos países del mundo los ciudadanos manifiestan su descontento, decepcionados con los partidos políticos y “sus representantes” en el congreso, sabiendo que en la práctica muchos de ellos actúan prioritariamente motivados por intereses propios y aquellos de sus partidos. La impotencia ante la corrupción, el crimen y la impunidad agrede y violenta la vida cotidiana, sumándose a esto la lentitud e ineficiencia de los vitales servicios públicos.
No puede existir la igualdad económica pero si es viable la igualdad de oportunidad apoyada en tres pilares fundamentales: educación, salud y justicia. Todo ello con altos estándares y en forma gratuita. Atender los grandes problemas requiere de grandes alianzas entre gobierno, mercado y ciudadanía organizada, esta última realizando voluntariamente tareas privadas con fines públicos, contribuyendo así al bienestar general. Sin una visión consensuada se frenará la inversión privada tanto nacional como extranjera, eventualmente reflejándose en menor recaudación, mayor desempleo y falta de oportunidad para la numerosa población joven en busca de trabajo.
México somos TODOS y nada debe dividirnos bajo una ley aplicada sin distinción alguna, señalando y marginando solamente a aquellos que apartados de la legalidad agreden, lastiman, abusan, roban, violan y llegan a cometer irreparables actos criminales, quitando incluso la vida a indefensas e inocentes víctimas. TODOS los demás en su más amplia diversidad étnica, económica, religiosa, política, física y cultural, somos y conformamos México. Solo unidos en la pluralidad podremos lograr un México para TODOS.
Manuel Arango