Autora: Gabriela Quiroga, presidenta del Colegio de Urbanistas de México
Gabriela Quiroga es urbanista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene más de una década de experiencia en el sector público y también se ha desempeñado en el sector privado como consultora de empresas del ramo inmobiliario. Actualmente es la presidenta del Colegio de Urbanistas de México.
Indudablemente, el COVID ha venido a revolucionar la forma en la que pensamos nuestras ciudades, si bien es cierto a la fecha los especialistas internacionales en salud no se han podido poner de acuerdo al respecto de si este tipo de pandemias se presentarán ahora de forma más recurrente en nuestras sociedades (tampoco han descifrado por qué ahora), lo que es cierto es que nos dimos cuenta de varios errores básicos del diseño de las ciudades, de su arquitectura e ingeniería y planeación.
Antes de todo esto ya analizábamos la necesidad de mejorar los espacios públicos y una adecuada interacción de la vivienda con las fuentes de actividad, empleo, educación y salud; de hecho, estos han sido temas destacados desde hace décadas cuando se discutía si el uso de ciudades satélites que permitieran una mejor calidad de vida fuera de las grandes ciudades era lo más adecuado. Sin duda esto requería un buen soporte de sistemas de comunicación que permitiera evitar el desplazamiento solo en vehículos particulares.
Aún es incierto cuánto tiempo continuaremos con esta “nueva normalidad” o bien si esta llegó para quedarse, no obstante, resulta claro que los siguientes aspectos han cambiado y no regresarán a lo que considerábamos antes:
- El trabajo en oficinas, corporativos, despachos ya sea públicos o privados ante el escenario de nuevas pandemias. Estos desarrollos tendrán menor demanda y su uso futuro requerirá adaptarse para ser rentables.
- Centros comerciales con actividades ancla. En la actualidad, los cines ya no representan un activo de atracción para los grandes centros comerciales. Las actividades en estos espacios deberán evolucionar y ser optativas para espacios libres.
- La vivienda en producción masiva implicaba que los nuevos desarrollos tuvieran prototipos económicos y pequeños, la realidad es que la arquitectura deberá evolucionar para atender modelos con poliactividades.
- Las redes de comunicación que permiten la realización de todas las actividades a distancia, deberán contar con soportes de telecomunicación cada vez más sofisticados.
- Los espacios públicos abiertos se vuelven ahora el activo fijo más valioso de los centros urbanos, antes eran parte de los “comodities” de los fraccionamientos o desarrollos, ahora deberán ser una obligación.
- Equipamientos como centros de salud o escuelas. Los primeros deberán ser revisados y planeados para “crecer” y adaptarse a las demandas futuras de usuarios; las segundas adaptarse a las posibilidades de recibir educandos de forma presencial o ser centros a distancia, con profesores capacitados y clases ad hoc.
Esta es una primera lista de lo que nos espera, seguramente faltan temas como la movilidad o los servicios de infraestructura (ante una ZMVM que espera un año en retos de atención a la demanda de agua potable, por ejemplo). Ante ello, hemos tenido ya 365 días para planear los escenarios y las propuestas deben estar ya en la mesa de los tomadores de decisiones. ¿Qué esperamos?