La financiarización de las viviendas de los barrios centrales de la Ciudad de México genera mayor inversión y al mismo tiempo incrementa la desigualdad entre los habitantes, ¿de qué se trata?
La llegada de personas extranjeras y de clase alta a varias colonias de la zona central de Ciudad de México ha originado el auge de un fenómeno relativamente nuevo en la capital de país: la financiarización de la vivienda. Debido a ello, y a la gentrificación, las viviendas son vistas como un activo financiero cuya renta puede generar grandes ganancias, lo que ha llevado a que los costos de los alquileres de los inmuebles se eleven hasta ser inalcanzables para los locales. En entrevista con Reporte Índigo, Rosalba González Loyde, profesora de la UNAM, explicó:
“Este es un proceso de financiarización, en donde entra la gentrificación, pero también muchos otros procesos que tienen que ver con la intensificación del modelo neoliberal… La vivienda deja de ser protegida, regulada y promovida por el propio Estado y desaparece y se lo deja todo al mercado y le permite que haga básicamente lo que sea”.
Con la financiarización de la vivienda, los inversionistas adquieren productos inmobiliarios, que luego revenden a un precio más elevado, o los rentan a altos costos como espacios para estancias cortas para extranjeros en portales como Airbnb. Así, este fenómeno viene acompañado de la gentrificación en zonas como el corredor Roma-Condesa o Polanco, y se ha extendido a colonias como Roma, Condesa, San Miguel Chapultepec, Juárez, Ampliación Granada, Xoco, San Rafael, Santa María la Ribera y San Pedro de los Pinos, donde los costos de las viviendas son inaccesibles para la mayoría de los mexicanos.
“El costo promedio de venta de una casa en la Ciudad de México es de 4.7 millones de pesos, mientras que un departamento tiene un precio promedio de 3.6 millones, en tanto que la renta de una casa tiene un costo promedio de 36 mil 400 y de un departamento alcanza los 19 mil 700 pesos, de acuerdo con el Reporte de Bienes Raíces Ciudad de México del portal Lamudi”.
Reporte Índigo
Estas colonias tienen una ubicación central en la capital del país y están bien interconectadas, además de contar con centros de trabajo cercanos, actividades culturales y servicios públicos de calidad, lo que los ha hecho muy atractivos para los extranjeros que llegan a trabajar a México y tienen mayor capacidad económica para cubrir los altos costos de las rentas que las personas originarias de estos lugares o de colonias cercanas, quienes quedan imposibilitadas para la pagar un alquiler, en un proceso de segregación urbana.
“Comienzan a cambiar completamente la perspectiva y condiciones habitacionales del lugar, una especie de presión respecto al consumo y las características, y lo más importante es que comienza a haber una presión de costo del suelo urbano, de las actividades y de los productos alrededor y las personas que estaban ahí no pueden mantener ese espacio determinado”, explica Rosalba González.
Con información de Reporte Índigo
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