El Inegi publicó ayer los datos del comercio exterior correspondientes a junio. Las cifras nos indican que hay un salto en las exportaciones respecto a mayo.
El mes pasado exportamos 75 por ciento más que en el quinto mes del año y en el caso específico de las exportaciones no petroleras, el incremento fue de 77 por ciento.
Claro que si la comparación se hace contra el dato de hace un año, el resultado sigue siendo una fuerte caída: de 12.8 por ciento para las exportaciones totales y de 11.6 por ciento para las no petroleras.
¿A qué debemos ponerle acento? ¿A la recuperación respecto al mes previo o a la caída respecto al año pasado?
No tiene que haber una elección. Los dos enfoques son correctos. Las cifras de junio fueron mejores que las de mayo, pero peores que las de hace doce meses.
Ese es el cuadro que vamos a tener en muchas variables económicas: una recuperación respecto a los niveles más críticos de la crisis, cuando había un confinamiento general, pero a mucha distancia de los niveles previos.
No se trata sólo de las exportaciones. Otro ejemplo muy claro son las ventas de autos. En abril se vendieron 34 mil 903 vehículos; en mayo fueron 42 mil 28 y en junio 62 mil 837.
Otro de los indicadores para el que ya tenemos datos de junio son las ventas de la ANTAD. En abril se vendieron 80 mil millones de pesos en las tiendas agrupadas en esta asociación. La cifra subió a 90 mil millones en mayo y a 98 mil millones en junio. Claro. Todavía fueron inferiores en 17.9 por ciento respecto al mismo mes de 2019.
¿Qué es lo que nos están diciendo los datos? Que, en términos de magnitudes absolutas, en diversas variables, la crisis tocó fondo entre abril y mayo, y que a partir de junio vamos a observar una recuperación.
Y también nos dicen que estamos muy lejos de los datos del año pasado, por lo que observaremos caídas.
Es difícil mantener una mirada objetiva en estos momentos, más aún cuando el propio gobierno tiende a propiciar la polarización.
El pragmatismo de los norteamericanos les pone énfasis a las variaciones respecto al periodo anterior (claro, con cifras desestacionalizadas), variación a la que luego se le cambia escala y se pone en términos anuales.
Por eso, en sus mediciones, el PIB del segundo trimestre en EU va a decrecer en 53 por ciento. En realidad, va a ser una caída de 13 por ciento respecto al periodo previo y del orden de 15 por ciento respecto al mismo trimestre del año anterior, es decir, ligeramente menor a la que tendremos en México.
Hay que reconocer las dos dimensiones de la medición económica que hoy podemos hacer. La positiva, comparamos cifras de corto plazo y la negativa, que resulta de hacer comparaciones anuales.
Las cosas pueden mejorar en los siguientes meses si el proceso de desconfinamiento avanza con pasos firmes. En lenguaje del doctor Gatell, si los semáforos empiezan a pasar de modo generalizado de rojo a naranja y de naranja a amarillo en las siguientes semanas.
Pero si, por la falta de medidas de protección y el exceso de confianza de la población se aceleran los contagios, y se hace necesario hacer más estrictos los confinamientos, ocurriría lo opuesto.
Pasaríamos nuevamente a un rojo generalizado y, por lo tanto, la actividad económica probablemente volvería a decaer.
Como le hemos comentado, no es éste un escenario remoto. Hay que ponderarlo, con todos sus riesgos.
En ese caso, la recuperación podría ser, como decimos coloquialmente, una llamarada de petate.