Por Sebastián Jaimes Garfias
Twitter: @Sebastian_JG16
Hace unos días la cifra de decesos por coronavirus superó la barrera de los
62,000. Una situación que, semanas antes, el subsecretario López-Gatell pronosticó sería un “escenario muy catastrófico”.
Una cifra que muchos ven como mera estadística. Pero no es así; se trata de más de 62,000 historias, más de 62,000 mujeres y hombres con nombre y apellido.
Esta lamentable realidad evidencia incómodas verdades respecto al sistema de salud pública del país, las conductas y costumbres de nuestra sociedad, la desigualdad de clases y la mecánica de nuestra economía.
No podemos ser ajenos a los elementos causales de estas desafortunadas
muertes. Las afecciones médicas previas de quienes murieron, la raquítica
infraestructura hospitalaria, las irresponsabilidades sociales y la necesidad de salir a trabajar para poder comer son algunos de estos elementos.
Todo lo anterior deja importantes y urgentes lecciones que nos obligan a actuar de manera distinta, a cambiar urgentemente de estrategia.
Si bien es importante señalar culpables, también debemos entender que la
colaboración Estado-sociedad es indispensable para que la cifras inicien su
descenso. En una democracia es imprudencia ciudadana cargar al Estado con toda la responsabilidad del manejo de situaciones de carácter público. A fin de cuentas, estamos viviendo tiempos en los que todo lo que hacemos o dejemos de hacer, afecta a las personas a nuestro alrededor.
Por eso, ante aparentes incompetencias, debemos actuar por iniciativa propia, acatar correctamente las medidas de prevención que ya conocemos. Nadie nos obliga a seguir estas recomendaciones, no son coercitivas. Sin embargo, son decisiones que tomamos para cuidarnos y cuidar a otros.
Invariablemente concluyo entonces que debemos hacer reformas políticas,
económicas y sociales pensando a futuro (en la próxima pandemia quizá), acortar la brecha de la desigualdad, debemos desprendernos de la indiferencia, debemos exigir a nuestros servidores públicos, debemos ser parte del cambio y la solución.
Desde hoy es responsabilidad de todos hacer que se modifique el curso de esta lastimosa realidad. Se lo debemos a quienes ya no están con nosotros y a quienes todavía hoy… se pueden salvar.