¿Qué sucede cuando se juntan el autoritarismo y la ambición de poder?
Sobre esta combinación peligrosa pueden surgir serios problemas que afecten a muchos. La cosa es peor cuando el receptor de estos sentimientos tiene uno de los cargos más importantes del país.
En su columna ¡Arde la casa!, Sergio García Ramírez, profesor emérito de la UNAM, aborda esta problemática y da un panorama complicado. Dice que esta combinación es capaz de iniciar un fuego que crece de manera lenta pero que puede provocar grandes catástrofes.
Las llamas amenazan al Estado de Derecho y a los ciudadanos, cuyos derechos menguan. El fuego lleva adelante una destrucción que parece deliberada, y acaso lo sea. No podemos verla con indiferencia. Nos va la vida. Hay daño en el presente y grave peligro para el futuro, que podría ser un porvenir de cenizas.
Para el académico, algo preocupante es la justicia que “tiene el riesgo de convertirse en un circo y a sus practicantes en actores de una farsa. El palacio de la justicia no debe ser una carpa montada para el solaz de la política”.
En su juicio es demoledor,”es motivo de dolor y vergüenza que en la suprema magistratura de la nación, donde debiera encarnar la figura gallarda del gobernante, se cambie la función de estadista por el papel del gerente de carpa que convoca al público a disfrutar el escándalo.”
Para Sergio García, el llamado a la consulta pública para que se juzgue o no a los expresidentes, es un plato de lentejas de las futuras elecciones.