Por Gabriela Rivera
@gabs_07
A dos años de gobierno, la política educativa de Andrés Manuel López Obrador ha apostado por la ética, el civismo y los valores familiares como una manera de recomponer el tejido social.
Pero mientras la educación de la Cuarta Transformación apuesta por los valores, los presupuestos en este rubro enfrentan un nulo crecimiento y el uso de recursos destinados en su mayoría al gasto corriente (pago de salarios y gastos de operación) en lugar de atender problemas como la capacitación docente o mantener programas exitosos, como las Escuelas de Tiempo Completo, que también fueron creadas para que los niños pasaran mas tiempo en casa mientras sus madres trabajan, en lugar de estar más tiempo en la calle o haciendo actividades que pongan en riesgo su integridad.
Hace dos días presentó la Guía Ética para la Transformación de México, que será distribuida entre los ocho millones de adultos mayores que reciben ayudas económicas a través de algún programa social, para que transmitan su contenido a sus familias.
Esta Guía es el documento con el que se reemplazó la Constitución Moral que López Obrador prometió cuando asumió la Presidencia de la República, y que forma parte de los 100 compromisos firmados aquel 1 de diciembre de 2018.
“(La Constitución) es una guía de valores que se convertirá en un pacto colectivo para comenzar una nueva etapa, adoptar nuevas prácticas, rescatar valores entrañables de nuestro pueblo y estimular mejores patrones de conducta”, dijo en aquel momento el mandatario.
Con este documento, López Obrador impulsa la iniciativa que tiene de sentar las bases de la convivencia familiar y nacional, fortalecer la unidad de los mexicanos y reconocer la pluralidad de identidades.
Sin embargo, también incluye mensajes de la iglesia Evangelista, de la que él forma parte y que ha trabajado con López Obrador desde hace 20 años, cuando se unió a esta religión.
De hecho los 20 principios están relacionados con temas religiosos establecidos en los libros de la Biblia, como el no mentir, no robar, no traicionar; el del perdón; y el del amor al prójimo.
La Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) ha trabajado con la actual administración desde el inicio del sexenio y el año pasado se encargó de distribuir la cartilla moral de AMLO, un documento previo a la Guía.
De hecho, el líder de la Confraternice Arturo Farela, formó parte de los miembros del consejo de actividades de la Guía, y la Iglesia Evangélica fue una de las 8 que participó en la construcción del documento.
Y si bien la Constitución señala que tanto la educación como el Estado deben ser laicos y no vincularse con ninguna religión —como lo estableció el héroe mexicano favorito de AMLO: Benito Juárez—, el presidente ha incurrido en faltar a estos principios, en su afán de sentar las bases de un estado con principios éticos y morales que transformen al país.
Otra acción en este sentido fue el retomar la materia de Civismo y Ética, que había desaparecido de la curricula educativa de todos los niveles, y apenas este año se reformó el programa que se imparte desde preescolar hasta secundaria.
“Tenemos que regresar a una educación en la que el tronco común tenga que ver con el humanismo, y de ahí se desprenda todo, de ahí podamos desarrollar. Hacen falta las matemáticas, las ciencias, pero tener como tronco lo social, el humanismo, nuestra historia y el civismo”, dijo en marzo del año pasado, cuando la Secretaría de Educación Pública anunció la reintegración de esta materia al mapa curricular.
Con ello, el presidente y la SEP dejaron en claro que el civismo tendría un lugar preponderante en la educación de los niños mexicanos, ya que con ello también se transformarán otros problemas nacionales, como la inseguridad y la integración de los menores a las filas del narcotráfico.