Andrés Manuel López Obrador insiste en la misma línea al realizar ajustes a su gobierno, donde la eficiencia no es lo importante, sino la lealtad
El presidente Andrés Manuel López Obrador no entiende que no entiende. Los recientes cambios que hizo en su gabinete nada tiene que ver con estrategia ni con ser eficiente ni eficaz, sino que tiene que ver con lo que una y otra vez el habitante de Palacio Nacional ha dicho que es lo más importante para él: la “lealtad a ciegas“.
El periodista Raymundo Riva Palacio, en su columna El Financiero, manifestó que Graciela Márquez, a quien destituyó como secretaria de Economía, es esposa de Gerardo Esquivel, al que nombró subgobernador del Banco de México después de haber sido quien construyó la idea que había 500 mil millones de pesos en el presupuesto que provenían de la corrupción, el alegato que ha sido un eficiente caballo de batalla del Presidente.
Todos los nombramientos, salvo el de la capitana de altura Ana Laura López Bautista, que al ser nombrada coordinadora general de Puertos y Marinas, confirmó el Presidente que esa área que siempre fue civil pasa a control militar, tienen como común denominador que forman parte de su círculo cercano, lo que le garantiza lealtad.
A Tatiana Clouthier, a quien había llevado al equipo lópezobradorista el defenestrado Alfonso Romo, le ofrecieron originalmente una subsecretaría de Gobernación, que rechazó al optar por una diputación. Desde ahí buscó la candidatura de Morena para la gubernatura de Nuevo León, pero el presidente le dijo que no sería posible porque jugarían con la expriista Clara Luz Flores, que tiene –esto no se lo dijo–, más posibilidades de ganar. La señora volvió a absorber el golpe y con un puesto en el gabinete pagaron su subordinación.