Andrés Manuel desde 2000 viene dictando conferencias matutinas; diario se emite un spot de dos horas de duración, en el que el presidente habla de su realidad y no hay contrapesos inmediatos
“Aquí, el presidente está sobrado de palabras. Todos los días, desde Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador dice una mentira flagrante, lanza un ataque estridente, se contradice con algo que dijo en el pasado, plantea una barbaridad autoritaria y/o anuncia acciones de su gobierno”, declara Carlos Loret de Mola, periodista.
El presidente de la República desde que ocupó la jefatura de Gobierno en la Ciudad de México en el año 2000 comenzó con sus “mañaneras”, una conferencia de prensa, para “transmitir sus mensajes” que la “mafia de poder” le obstaculizaba en los medios noticiosos.
El periodista señala que “En ninguna parte del mundo un jefe de Estado improvisa dos horas diarias frente a las cámaras”.
En su columna de El Universal, Loret de Mola advierte que “la propaganda mañanera es automáticamente potenciada por la red artificial de bots y trolls que orquesta el vocero Jesús Ramírez“.
Es un acto de propaganda, es verdad. Un acto muy creativo de propaganda. Por eso la entendible determinación del INE de restringir parcialmente la mañanera en tiempos de campaña.
Carlos Loret de Mola
Muchas veces incluso confiesa delitos: desde su orden para liberar a Ovidio Guzmán (delito penal), pasando por la justificación de los paquetes de dinero que recibió su hermano Pío (delito electoral) hasta la abierta y frecuente aceptación de desvío de recursos públicos (delito administrativo), más la franca violación a reglamentos, leyes y procedimientos del servicio público. Si el próximo presidente quiere meter a la cárcel a López Obrador, bastará con revisar las mañaneras y tendrá un sinfín de opciones para judicializar. El presidente se autoincrimina a cada paso.