La Secretaría de Salud dio a conocer el subregistro de las muertes a causa del coronavirus. El total ubica a México como el segundo país con más fallecimientos registrados a nivel mundial.
60% más del reportado hasta la fecha
La cifra que se obtiene del subregistro es de 321 mil fallecimientos, cifra superior al récord registrado en Brasil que es de 307 mil decesos. Si se considera en proporción el número de habitantes, la tasa de muertos en México es de 252.7 por cada 100 mil habitantes, mayor que la de EEUU, Brasil, Reino Unido, España e Italia.
Hoy en su columna en Reforma, Julio Frenk y Octavio Gómez Dantés se valen de estos números para comprobar que el discurso oficial que hemos escuchado incluso antes de que se reportara la primera muerte por COVID-19 en nuestro país, ha sido engañoso, cruel y omiso. Sostener los dichos de que sólo con dos semanas de cuarentena o que lo peor de la crisis había pasado, demuestran que el manejo de la pandemia ha sido negligente.
A esta contingencia se le dio una respuesta tardía, tibia y descoordinada, que se ha acompañado, además, de una estrategia de comunicación confusa e inconsistente, y de un continuo desprecio por las evidencias científicas, lo cual ha llevado a politizar medidas técnicas como la aplicación de pruebas diagnósticas, el uso de cubrebocas e incluso la administración de vacunas.”
Ellos identifican un rasgo común en el manejo de la pandemia en aquellos gobiernos con líderes populistas: ignorar las evidencias y recomendaciones científicas así como aquellas de expertos en salud pública, la resistencia a usar el cubrebocas, relajar las medidas sanitarias de confinamiento en los picos altos de contagios y, a pesar del repunte, no ajustar las estrategias sino que, en un acto de soberbia, insistieron la salida a la crisis estaba cerca.
En un contexto como el mexicano en el que hay mucho en juego en las próximas elecciones, admitir equivocaciones y corregir el rumbo representaba un golpe duro a la credibilidad del gobierno de la 4T. Mismos que buscan obtener en las urnas los mismos resultados avasalladores de 2018, sobre todo en cuanto al control del Congreso para seguir impulsando los caprichosos proyectos del presidente.
Y en el mismo sentido de las omisiones comunes, también han habido reacciones similares en estos mandatarios: la nula capacidad de responsabilizarse por el alza en el número de fallecidos. Que más allá de una cifra, representan familias que perdieron a un ser querido y/o al sustento de sus hogares.
En vez de priorizar la vida y la salud de las personas, se están minimizando los datos y acusando a los adversarios de querer exagerarlos. Esto es un mal augurio para el control de la pandemia y para nuestra democracia, porque lo que se busca es erosionar gradualmente la verdad y generar un relato alternativo a fin de normalizar una realidad que es a todas luces ominosa.”
La falta de transparencia es una amenaza a las instituciones
Por último, se destaca la importancia de velar por las instituciones que se dedican a la recuperación de datos fidedignos, con metodologías propias, con el fin de que su independencia y rigor no se vean sometidas a los intereses políticos del gobierno.
Con información de Reforma.