Afirman que al analizar el documento se han percatado de planteamientos ideologizados que minan el objetivo de una educación de calidad.
Sin diagnóstico de la realidad mexicana
Intelectuales y académicos del ámbito pedagógico expresaron su preocupación por las propuestas contenidas en los Planes y Programas de Estudio (PPE) que la SEP ha preparado para el nivel básico.
En un desplegado, afirman que, al analizar el documento, se han percatado de planteamientos ideologizados y sin diagnóstico sustentado en estudios serios sobre el tema.
“La proposición de la SEP no es una reforma curricular convencional (como fueron las de 2011 y 2017), las autoridades proponen un reordenamiento completo de la actividad educativa que se hace sin un diagnóstico claro de los problemas relevantes y sus causas profundas. Se quiere pasar de la educación moderna actual, la cual —dice la SEP— sirve exclusivamente a las élites empresariales y élites políticas dominantes, a una educación que sirva, por el contrario, a los grupos sociales oprimidos y tenga como centro organizador, no al alumno, sino a la “comunidad”.
Entre los firmantes aparecen personajes como José Woldenberg, María Marván, Claudio Lomnitz, Gilberto Guevara Niebla, Héctor Aguilar Camín, Jacqueline Peschard, Jean Meyer y Jorge Javier Romero.
El desplegado señala la intención de la SEP de atropellar principios constitucionales y desdeñar el objetivo de lograr una educación de calidad a cambio de insertar un concepto de “comunidad” mediante la atomización del modelo educativo nacional que, entre otras cosas, implicaría la desaparición de las asignaturas, que el maestro no evalué a los alumnos con exámenes ni les ponga calificaciones, sino que los estudiantes se califiquen a ellos mismos.
“En los nuevos PE se dispone: 1) la escuela se integrará a la comunidad y trabajará con proyectos que vinculen a aquélla con ésta; 2) desaparecerán las asignaturas; 3) el maestro no evaluará a los alumnos con exámenes ni pondrá calificaciones, los alumnos se calificarán a sí mismos; 4) desaparecerán los grados y la escuela se organizará por fases; 5) los maestros no están obligados a seguir estrictamente los planes de estudio oficiales, podrán libremente transformarlos para ajustarlos al contexto; etc”.
Indican que, con base en esta propuesta educativa, se asume una idea mítica que responde a una fantasía comunitaria más que a la realidad mexicana. Así mismo, refieren que el gremio docente ignora los contenidos e implicaciones de esta nueva reforma.
Y, aunque reconocen la audacia del proyecto, este se funda en una visión sectaria e ideologizada que abandona los fines nacionales de la educación y dispersa esa actividad en miles de comunidades cuyos saberes, usos y costumbres impactarán decisivamente en la formación de los alumnos.
“Queremos decir, finalmente, que este proyecto no respeta sino atropella principios constitucionales básicos como el laicismo, la rectoría estatal de la educación, el carácter y el criterio nacional de la educación, la unidad de la nación, la disposición de promover el desarrollo continuo del proceso enseñanza y aprendizaje, el fomento del amor a la patria, el criterio que establece que la educación se base en los avances del desarrollo científico y luche contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.
Con información de La Crónica