Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay mucha información falsa circulando en las redes sociales y en mensajes de WhatsApp. Tanta, que su gobierno le pidió a Twitter, Facebook y YouTube den a conocer los contratos para realizar una automatización maliciosa a través de algoritmos, con granjas de bots que están generando la desinformación y atacando a su gobierno. Este virus, que llamó “infodemia”, afecta la convivencia social. Por supuesto, pero no es inocente. La diferencia es que antes era el victimario y hoy es la víctima.
Twitter le respondió en una serie de mensajes que nadie paga por esos servicios, porque no están a la venta, y que si quiere ver los ingresos que tiene, puede revisar su reporte financiero trimestral. López Obrador, arguyó que como no habla inglés, no supo que le contestó Twitter, para evadir el tema e insistir que hay un proceso de desinformación. Cierto, y este fenómeno ha sido una constante por años en las redes sociales. Twitter y Facebook tienen de todo, y él las usó con las mismas herramientas de las que hoy se queja.
Pero ya no le gustó lo que se vomita en Twitter contra él, porque sus propios estrategas y controladores de granjas de robots están perdiendo la guerra digital y no han podido evitarlo. El portal de tecnología y sociedad LoQueSigue.tv, difundió este martes los trending topics durante la crisis sanitaria –desde el 18 de marzo-, donde de un total de 265 analizados, 54.7 por ciento de ellos con bots, automatización y otros métodos no orgánicos, el número de hashtags contra López Obrador sumaba hasta ayer 52, contra 29 de los hashtags a favor del Presidente.
Ahora que son apaleados, gritan que hay una conspiración contra López Obrador y su gobierno. Su vocero, Jesús Ramírez Cuevas, es la pieza central identificada como el jefe de la maquinaria de propaganda en contra de todo aquello que carezca de incondicionalidad total a López Obrador, y durante años, no semanas o meses, apoyados con expertos en inteligencia artificial –porque ellos no entienden de eso–, dedicaron a envenenar a la opinión pública y polarizar.
Pasadas la elecciones, lanzaron una campaña de desprestigio interminable contra una treintena de periodistas y comunicadores, mientras que una vez en el poder, construyeron un paredón matutino en Palacio Nacional que ha servido para difamar a individuos y medios. Ramírez Cuevas incorporó a esa puesta en escena de la propaganda a un grupo de paleros a los cuales les indican qué preguntar. Los sentaron en las dos primeras filas, a donde López Obrador ha dado 88 por ciento de las veces la palabra. Con sus respuestas, la maquinaria de propaganda del régimen las disemina, salpicadas con mentiras, injurias y difamaciones.
Su maquinaria de propaganda opera con una legión de cuentas integradas en Twitter llamada #RedAMlove. Una investigación que publicó en marzo del año pasado Signa Lab, el laboratorio multidisciplinario del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, en Guadalajara, demostró que a los 100 días de haber llegado a la Presidencia, los seguidores de López Obrador lanzaron ataques y campañas de ridiculización a periodistas, medios de comunicación y usuarios con una postura crítica hacia él, convocando a quienes quisieran unirse para defender y atacar a quienes disienten del Presidente, a través de una “sofisticada operación” de replicación automatizada de contenido.
Esa campaña se mantiene. Un grupo de investigación privado ha monitoreado las redes sociales de López Obrador desde el inicio de su gobierno y encontró que cada vez que el Presidente tenía una crisis de opinión pública, lanzaban ataques contra el expresidente Felipe Calderón (el tercer hashtag pro López Obrador más utilizado es @YoAcusoAFelipeCalderon). Pero no es el único contra el que hay sistemáticamente fuego digital.
El equipo de investigadores registró campañas específicas contra Carlos Loret y Chumel Torres, las dos figuras mediáticas más atacadas, seguidos de Joaquín López Dóriga y Ciro Gómez Leyva. Hay cuentas de personas de carne y hueso que forman parte de los círculos íntimos de Ramírez Cuevas, y quienes se suman por convicción o por interés económico. Las más, sin embargo, son orgánicas con menos de 100 seguidores y normalmente, de creación reciente.
El llamado de López Obrador contra la desinformación no deja de llamar la atención, aún cuando su objetivo, si efectivamente ese fuera, es el control de las noticias falsas sobre la pandemia. En las últimas semanas se han dado casos de videos editados para transmitir mensajes apocalípticos y completamente falsos. Pero existen dudas sobre las motivaciones verdaderas del Presidente. Su llamado a Facebook y Twitter tiene como antecedente que hace casi un mes, al ser criticada severamente por sus mensajes, su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, le pidió a Twitter que revisara las cuentas de quienes la atacaban.
Curiosamente, de acuerdo con los investigadores, esa petición coincidió con un incremento en las granjas de bots que atacaban a los que llama López Obrador “adversarios”, para que no tuvieran que desviar recursos enfocados hacia sus blancos asignados permanentemente, y atacar a más personas simultáneamente. En la lógica del presidente, esos bots los habrían pagado los suyos. Es difícil la comprobación de quién está pagando para que lo ataquen, y de cómo están pagando en su equipo a las legiones de bots, pero esto no significa que no sea atendible lo que propone el Presidente.
Sí hay que acabar con la desinformación y las noticias falsas, comenzando por él, Ramírez Cuevas y sus lugartenientes en esta guerra digital que emprendieron unilateralmente. Pero que lo haga en serio. Tras la mañanera de ayer, donde tanto se habló de la infodemia, tres cuentas vinculadas a sus redes de cibertiradores, @SinLineaMx, @ElPoderdelainfo y @Trolmalpagado, se dedicaron a magnificar el mensaje de López Obrador y a continuar hostigando a sus críticos. No parece, pues, que dice la verdad.