En un acto que bien podría rivalizar con las ocurrencias de un mago de circo o las ventas de garaje más excéntricas, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado a todos boquiabiertos al sugerir una solución maestra para los libros de texto en disputa: ¡distribuirlos en tianguis en plena vía pública!, para que los nuevos libros de texto “no se echen a perder”. Así es, mientras los reveses judiciales arremeten contra su legado educativo, AMLO se propone convertir las esquinas en puntos de distribución de los libros que tanto alboroto han causado.
Durante su rueda de prensa matutina, López Obrador deslumbró con su “genialidad sin precedentes” al proponer la creación de tianguis literarios para distribuir los libros de texto cuya legalidad ha sido cuestionada. Aparentemente, la nueva estrategia es desafiar a la Justicia instalando puestos ambulantes de venta de libros cerca de las escuelas. El espectáculo es digno de un malabarista, solo que en lugar de malabares, ofrece libros de dudosa calidad.
“¿Quién quiere? Tianguis, tianguis de libros, aquí hay libros para los que quieran vengan”, proclamó AMLO, como si estuviera anunciando el lanzamiento de una nueva atracción de feria. Espectáculo garantizado: compre un libro y reciba un ejemplar de la contienda judicial que lo rodea. ¡Sensacional!
Esta innovadora idea surge después de que una jueza federal declarara inconstitucional el proceso de creación y distribución de los libros de texto del gobierno. Parece que AMLO ha decidido abrazar el espíritu comercial y llevar los libros a las masas, directamente a las calles. ¿Por qué esperar a que los estudiantes los recojan en las escuelas cuando pueden adquirirlos de forma más pintoresca en un tianguis?
¡Venga por sus libros!
El Presidente no dudó en expresar su indignación por los reveses judiciales, calificando la decisión como “arbitraria, injusta, tendenciosa, conservadora y politiquera”. Una descripción que podría aplicarse perfectamente a su nueva ocurrencia de tianguis literarios.
En un alarde de “sarcasmo y creatividad”, López Obrador afirmó que “uno debe cuidar los libros aunque sean libros en los que uno no se vea reflejado o no coincida uno con el contenido de esos libros”. Qué mejor manera de cuidarlos que poniéndolos a disposición de la población en puestos callejeros, donde los transeúntes pueden adquirir su propio ejemplar de los flamantes libros de texto gratuitos de la SEP.
Aunque muchos podrían pensar que esta es una estrategia tan inusual como las maromas políticas del Presidente, no se puede negar su habilidad para transformar el caos en entretenimiento. El tianguis literario podría muy bien ser su próxima gran hazaña, en la que libros de texto de calidad cuestionable y discusiones legales se convierten en el plato principal de los mercados ambulantes.
En medio de este escenario de controversia judicial y opiniones apasionadas, la propuesta de tianguis literarios parece añadir una pizca de sarcasmo a la situación. En un juego de paradojas, los libros de texto del gobierno podrían encontrar un nuevo hogar en los mercados callejeros, junto a los vendedores de frutas, ropa usada y otros objetos cotidianos.
En un país donde la política a menudo parece una comedia absurda, AMLO ha decidido llevar esa comedia al nivel siguiente: la esquina de la calle.