Tras arduas negociaciones entre el gobierno federal, la iniciativa privada y el sector obrero, a partir del próximo 1 de enero de 2024, los trabajadores mexicanos verán un incremento del 20% en el salario mínimo, alcanzando la cifra de 248 pesos con 93 centavos diarios. Este ajuste no solo marca un hito en la historia salarial del país, sino que también plantea diversas implicaciones para empleadores y empleados por igual.
Este aumento impactará de manera directa a más de 6.5 millones de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), representando más del 29% del total de asalariados, según estimaciones preliminares de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami). Además, se extiende a más de 60 profesiones y oficios, abarcando desde encargados de bodega, gasolineros, jornaleros agrícolas hasta mecánicos, peluqueros y recamareros en hoteles.
El “Efecto Faro” se hace presente, ya que este ajuste sirve como referencia para otros aumentos salariales, especialmente durante renegociaciones contractuales. Incluso aquellos que ganan más o menos de un salario mínimo se ven beneficiados de manera indirecta por este fenómeno.
A pesar de los beneficios para los trabajadores, se reconoce que este aumento generará presión en los costos laborales de las empresas. Específicamente, para los micro negocios, que constituyen el 96% del total nacional y emplean al 35% de la fuerza laboral formal.
El incremento del 20% en los salarios mínimos podría traducirse en un aumento de entre un 9.35% y un 12.66% en los costos laborales para las microempresas. En contraste, para las grandes empresas con más de 251 trabajadores, el alza es significativamente menor, oscilando entre un 0.6% y un 1.28%.
Este aumento marca un precedente en el presente sexenio, llevando el incremento total de los salarios mínimos a casi el triple, alcanzando un asombroso 181.7%. Este logro ha contribuido a sacar de la condición de pobreza a más de 4.1 millones de personas.
No obstante, es imperativo considerar que este aumento también ha representado una carga sustancial para las microempresas, que constituyen la mayoría de los negocios en el país. El reto será lograr un equilibrio que permita el progreso económico sin afectar la estabilidad de estos importantes actores en el tejido empresarial mexicano.
El panorama económico post-aumento se presenta con oportunidades y desafíos, y será crucial observar cómo evoluciona en los próximos meses para evaluar su impacto a largo plazo en la economía y el empleo en México.
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Con información de El Universal.
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