Países latinoamericanos combaten la corrupción de forma equivocada

Las campañas anticorrupción de presidentes como Hugo Chávez, hasta los actuales líderes de México, Brasil y Argentina, fracasaron.

México lidera en corrupción

De acuerdo a datos de Transparencia Internacional, México y Argentina se colocan como los líderes en América Latina en cuanto a niveles de corrupción, sin embargo, este no es un dato nuevo. Lo problemático, según el análisis del periodista Andrés Oppenheimer, es que las “soluciones unipersonales” al respecto, como las identifica, tienden al fracaso.

Un recuento de las campañas anticorrupción de la mayoría de los presidentes, desde el difunto Hugo Chávez, hasta los actuales líderes populistas de México, Brasil y Argentina, no obtuvieron resultados en reducir esta práctica ilegal o, bien, han empeorado.

“No existe una solución mágica centrada en la personalidad para los problemas de corrupción de la región.”

Andrés Oppenheimer, periodista.

Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda están dentro del ranking de los países más honestos del mundo. En tanto, entre los países americanos al final de la lista se encuentran Estados Unidos y Chile, que están empatados en el puesto 27; Argentina y Brasil (96º); Perú (105º); México (124º); Bolivia (128º); Nicaragua (164º); y Venezuela (177º).

El resultado no contempla indicadores económicos, sino en encuestas que miden la opinión de los ciudadanos sobre los niveles de corrupción gubernamental de sus propios países.

En América Latina, Argentina fue el país que más retrocedió en 2021, cayendo cuatro puntos en comparación con el año anterior. El escándalo relacionado con vacunas VIP para funcionarios públicos y amigos del presidente Alberto Fernández fue la cereza en el pastel de la percepción negativa que pesa sobre su gobierno.

Por otra parte, el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción (CCC), publicada el año pasado por la Americas Society/ Council of the Americas (AS/COA) y Control Risks, concluyó que “la lucha contra la corrupción en América Latina sufrió una nueva ola de reveses” en 2021.

En este estudio, los países con las peores calificaciones en cuanto a medidas para combatir la corrupción fueron Venezuela, Bolivia, Guatemala, Paraguay y México. En el caso de nuestro país, desde su llegada al poder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, afirma en sus conferencias matutinas diarias que la corrupción ya no existe.

Una persona no puede combatir la corrupción

López Obrador es sólo uno de los varios presidentes populistas que hicieron campaña, y ganaron, con una plataforma anticorrupción. Luciana Torchiaro, asesora regional para América Latina de TI, comparte la idea de que un presidente puede luchar por sí solo contra la corrupción es una ilusión.

“En América Latina estamos acostumbrados a apostar por presidentes fuertes, pero la lucha contra la corrupción no la puede llevar a cabo una sola persona, por muy carismática que sea. […] Es un esfuerzo colectivo que exige instituciones fuertes”.

En este sentido, las experiencias recientes con líderes que usaron este discurso para hacerse del poder, pero terminaron por empeorar el problema (como el caso de Venezuela), deberían poner en alerta a la ciudadanía de naciones latinoamericanas para desconfiar en quienes, a través de pura demagogia, afirman que sólo ellos pueden acabar con la corrupción gubernamental.

Para Oppenheimer, en lugar de escuchar promesas vacías, los votantes deberían fijarse en si los candidatos presidenciales prometen reforzar los controles y equilibrios de sus países. Apoyar a quienes tengan el compromiso de nombrar un fiscal general independiente, respetar la separación de poderes, permitir la libertad de prensa y proporcionar financiación a los organismos anticorrupción.

Más allá de las palabras

Torchiaro admite que las buenas intenciones no son efectivas sin recursos que garanticen mecanismos reales de combate a la corrupción. Además, resalta el papel que deben tener los sectores privados y de la sociedad civil.

“Con demasiada frecuencia, los presidentes pronuncian discursos contundentes contra la corrupción, pero luego no aportan los fondos necesarios para que estos organismos sean eficaces”.

La conclusión de Andrés afirma que no es casualidad que países del norte de Europa, considerados los más honestos del mundo, sean democracias vibrantes. Tampoco lo es que casi todos los países más corruptos de América Latina, como Venezuela y Nicaragua, sean dictaduras.

“La clave para luchar contra la corrupción gubernamental en cualquier país -incluido Estados Unidos- es evitar que los presidentes ávidos de poder erosionen las instituciones independientes y convertir la lucha anticorrupción en una causa colectiva. Nada de esto es nuevo, pero pocos países parecen haber aprendido la lección.”

Con información de Miami Herald.

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