AMLO resultó ser el peor enemigo de AMLO

El presidente está resintiendo las consecuencias de su narrativa visceral contra prácticamente todos los sectores sociales del país.

La palabra de AMLO se devalúa

Consulta Mitofsky reportó una baja en los índices de aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador de casi 5 puntos porcentuales. Al parecer, sus resentimientos escupidos desde Palacio Nacional le están pasando factura y, si su soberbia no lo traiciona, este sería el momento para cuidar su narrativa incendiaria si pretende concretar sus aspiraciones electorales para 2024.

La palabra del mandatario está sufriendo una severa devaluación ante la realidad que viven millones de mexicanos y mexicanas. Su excusa predilecta “otros datos” se cae a pedazos ante los problemas estructurales que no han sido atendidos y resiente de manera directa la ciudadanía: violencia, inseguridad, pobreza, bajo desarrollo económico, inflación, carencia de oportunidades.

La fórmula, tan útil en campaña, se le está revirtiendo. ¿A quién puede culpar ahora de los males del país, si es él quien lleva las riendas? Su “estrategia” de utilizar un chivo expiatorio ha quedado corta porque, como iba a terminar pasando, la paranoia le ha llevado a declarar que todos los sectores de la sociedad: médicos, universitarios, feministas, defensores de derechos humanos, periodistas, organizaciones civiles, familiares de víctimas; son sus enemigos.

Las críticas y descontentos hacia las decisiones del presidente no vienen únicamente del exterior, sino también dentro de su equipo, las y los más cercanos han optado a estas alturas por la condescendencia. Como bien lo apunta Raymundo Riva Palacio en su columna para Eje Central “a las críticas internas está respondiendo con reprimendas y represalias, y a las externas, como no sabe cómo atacarlas, insulta donde puede, y en donde no, sus soluciones caen en lo absurdo”.

“Dentro de su equipo, la genuflexión y el terror domina la actitud de sus colaboradores, y si se quedan callados y sólo de dan por su lado, continuarán con su trabajo. Afuera no existe esa alternativa, porque la agresión del presidente es tan fuerte e incendiaria, que mantener silencio es como firmar carta de suicidio. Es lo que ha sucedido con el personal médico, al cual le declaró la guerra por su crítica la contratación de 500 médicos cubanos”.

“¡Que se vayan al carajo!”

AMLO ha sido fiel a su estilo y no ha cambiado la manera de confrontar actores, temas o situaciones que no sea de manera antagónica y maniquea, aun cuando él mismo pierda más de lo que gana. El ejemplo más reciente son las declaraciones en Sonora respecto a la contratación de personal médico cubano.

Video de Twitter @cmjimenezxto

El fundador de Morena no responde, reacciona. Por lo tanto, sus declaraciones suelen estar cargadas de desinformación, insultos, agravios y radicalización. El precio por pagar se eleva: pérdida de liderazgo, polarización y resentimientos no solo de sus opositores, también dentro de sus propios cuadros.

Ahí está Ricardo Monreal o, de forma sutil, Marcelo Ebrard, de quien se rumora podría inclinarse por una candidatura independiente o bajo el respaldo de Movimiento Ciudadano.

“Dentro de su equipo, porque se estrechan los márgenes para operar, como le sucedió a Marcelo Ebrard. […] El Presidente lo paró en seco y le ordenó que se convirtiera en sombra del embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, para acotar su protagonismo, porque ya no le gustó que el diplomático se esté metiendo en asuntos domésticos, algunos de los cuales, como la libertad de expresión y la violencia contra periodistas, son contrarios a su posición”.

El problema de tener como líder de un país a una persona que no escucha ni admite sus errores, es que no será él quien termine por pagar todas las malas decisiones basadas en diagnósticos a modo o desde “las tripas”, sino que será, de nueva cuenta, la sociedad en su conjunto.

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