¿Más horas de clases equivalen a más aprendizaje?

De unos años para acá, se ha incrementado el tiempo en que los alumnos pasan en las escuelas. Entre cursos, regularizaciones, clases extra y así, los estudiantes dedican muchas horas al estudio, sin embargo, esto no se traduce siempre en que tengan más conocimientos.

Diversos estudios señalan que conforme se avanza en la vida escolar, los estudiantes experimentan un descenso en la motivación e involucramiento de las clases. Cuando los alumnos llegan al nivel medio superior, sus experiencias educativas llegan a ser descritas por ellos mismos como aburridas, irritantes y sin sentido.

Esto es de suma importancia, ya que justamente el bachillerato es el nivel que tiene la tasa más alta de abandono escolar. En 2017, un millón 287 mil alumnos abandonaron las aulas en este nivel. Se trata del 15.2% de los inscritos en ese sistema.

¿A qué se debe esto? ¿Se trata acaso de malos maestros o malos estudiantes?

Para responder esta pregunta, la doctora Ana Razo, profesora investigadora del Programa Interdisciplinario sobre Política y Prácticas Educativas (PIPE) y Doctora en Políticas Públicas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), realizó una investigación sobre el uso del tiempo en el salón de clases en el nivel medio superior.

El estudio tiene por nombre: Enseñar e involucrar: el uso del tiempo en el bachillerato en México. Para tener una idea de qué sucede en las aulas del país, se enviaron observadores a 110 escuelas de educación media superior en 13 estados del país. Esta muestra representa el 1 por ciento de las escuelas en México.

Así se llevó a cabo

A los maestros se les avisó que una persona observaría su clase, pero no se le especificó el motivo ni el fin del mismo. Las materias elegidas fueron lenguaje y comunicación y matemáticas, debido a que son las materias más comunes, además de la importancia que ambas tienen.

Tiempo de los maestros

Los observadores detectaron que los maestros dedicaron el 96 por ciento de la clase a actividades escolares o académicas. Las más frecuentes fueron:

Exposición de clase 23%

Supervisión (trabajo, ejercicio, examen) 22%

Explicación / preguntas respuestas 18%

Tiempo de los alumnos

A diferencia de los maestros, los alumnos no prestan la misma atención a las clases. Según las observaciones:

20% no se involucra en la clase

15% se dedica a interactuar con otros alumnos

Es decir, el 35 por ciento de los estudiantes no prestan atención a la clase de manera recurrente. Eso nos deja con una atención de solo el 65% de la clase.

¿Qué falla?

Los maestros hacen justo lo que les pidieron, dar clases. La conclusión de los observadores es que los profesores están dedicados a enseñar a los alumnos. Sin embargo, si pensamos que la tarea del profesor en el aula consiste en despertar y motivar el entusiasmo de los alumnos por aprender, se observa que eso no está sucediendo.

Las clases se imparten, pero no consiguen el propósito más importante de la escuela: lograr el interés de los estudiantes por aprender.

Mientras que los profesores dedican el 70% del tiempo de clase a las actividades de enseñanza, los alumnos únicamente están involucrados en actividades de enseñanza durante la mitad de su experiencia escolar diaria. En un ejemplo extremo, es como si solamente asistieran a clases el 50% de la jornada escolar. En tanto que, durante una tercera parte del tiempo, se identifica a los estudiantes desconectados de las actividades académicas que se desarrollan en el aula

Los docentes se caracterizan por conservar el enfoque tradicional: los profesores hablan al frente y los alumnos escuchan (o al menos no interrumpen). Los maestros exponen y explican los temas de clase utilizando el pizarrón y el libro de texto como apoyo, y los alumnos atienden la exposición. Los observadores participantes en el estudio no identificaron prácticas particularmente innovadoras. Las más novedosas fueron aquellas que incorporaron las tecnologías de información a la exposición de clase, aunque en muchos casos se incorporaba para difundir información en sustitución del pizarrón.

No se trata de “jóvenes indiferentes” o “maestros indolentes”, como muestra el estudio los profesores están dedicados a dar clases, pero no logran motivar a los alumnos.

Ya se saben las carencias, ahora es tiempo de encontrar las respuestas.

¿Qué propones tú para solucionar este problema?

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