Por Sebastián Jaimes Garfias
Twitter: @Sebastian_JG16
El pasado miércoles 20 de enero asumió la presidencia de Estados Unidos el demócrata Joe Biden. Su discurso inaugural fue de unión y conciliación y estuvo dirigido en su totalidad a los estadounidenses -no dijo nada de relevancia multilateral- dada la situación social polarizante que atraviesa actualmente el vecino país. Apenas iniciada su gestión, el nuevo mandatario puso manos a la obra y comenzó a firmar distintas órdenes ejecutivas.
Nuestros vecinos del norte tienen sus propios problemas, Biden tiene la prioridad de cambiar el rumbo de la pandemia en su país, de reactivar su economía y de calmar los tensos ánimos de su sociedad dividida. Las relaciones con México no son por ahora una prioridad; sin embargo, como bien sabemos, la relación bilateral México-Estados Unidos es nuestra relación internacional política y comercial más importante, se puede decir que, para nosotros, siempre es prioridad. Durante los últimos 30 años diversas administraciones de ambos lados de la frontera han llevado a cabo planes, acuerdos y acciones conjuntos en materias económicas-comerciales, de seguridad y de migración.
La administración de Biden promete seguir con estas relaciones e incluso fortalecerlas (más bien mejorarlas) designando a diversos funcionarios de alto nivel a la atención de todos los aspectos mencionados anteriormente. El nombramiento de la exembajadora estadounidense para México (2016 2018) Roberta Jacobson como coordinadora de asuntos para la frontera sur del Consejo de Seguridad Nacional es un ejemplo de estas designaciones de funcionarios calificados, capaces y especializados para atender asuntos serios y de importancia que durante la administración de Trump brillaron por su ausencia.
La salida de Trump, personaje volátil, infantil, racista y cuasifascista, de la presidencia del país más poderoso del mundo, después de cierto aislacionismo, deja al espectro internacional a la expectativa de la toma de riendas de asuntos globales, pues muy seguramente (y como ya se adelantaba en campaña) la administración Biden se encargará de retomar ese liderazgo desplazado. El mundo necesita más contrapesos a la altura de Estados Unidos para hacerle frente y reducir esta dependencia global. China y la Unión Europea son algunas posibilidades que no terminan de consolidarse o que incluso, se están fracturando.
Sin importar quién sea el presidente aquí o allá es importante que nuestro país reduzca las brechas desiguales, que han persistido durante muchos años y sexenios, entre ambas naciones. Debemos ser más independientes en materias económicas y comerciales, debemos mejorar la calidad de vida de los más desposeídos, debemos apoyar a nuestros agricultores, debemos invertir en educación, ciencia, tecnología, cultura y deporte, debemos ser capaces de ser mejores y estar a la altura de las potencias cercanas a nosotros.
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