Todos quisiéramos que en muy pocos días se normalizara la actividad económica, que saliéramos ya del confinamiento, que los negocios reabrieran y que se normalizara la vida pública.
Lamentablemente, eso no va a ocurrir. En el mejor de los casos lo que tendremos es una reapertura selectiva y gradual.
Las condiciones para la ‘normalización’ en el lapso de uno a dos meses son las siguientes.
1.- Que se cumplan los pronósticos de los modelos epidemiológicos.
Si resulta que llega la fecha en donde presuntamente tendríamos el pico de contagios, 6 de mayo, pero resulta que en los días que siguen continúa creciendo el número de casos diarios, entonces no va a ser posible realizar la reapertura.
Si se observan los datos de movilidad que ofrecen tanto Apple como Google, se aprecia que en la segunda quincena de abril ya no hubo más descenso y en algunos casos se observa incluso un leve repunte en los últimos días del mes pasado, lo que no es buena señal.
2.- Pruebas, pruebas y más pruebas.
Va a ser muy difícil tomar decisiones sobre la reapertura si el gobierno mantiene la filosofía de que se apliquen pruebas sólo a aquellas personas que tienen síntomas (y a veces ni a ellas). Para tener la certeza de que es factible reabrir con un nivel de seguridad razonable sería necesario que esa visión cambiara y se hicieran cientos de miles de pruebas de manera proactiva, buscando detectar el virus o los anticuerpos que algunos ya han desarrollado. Esta es quizá la condición más difícil porque implica una modificación radical en la visión que hasta ahora ha sostenido la autoridad.
3.- Protocolos sanitarios estrictos.
Aun si se cumplieran las dos condiciones previas, se requiere que tras la reapertura selectiva, los negocios, el transporte y los espacios públicos apliquen protocolos sanitarios estrictos como el uso de cubrebocas, en algunos casos de mascarillas y guantes, y desde luego la distancia física. Si esto no pudiera cumplirse, lo más probable es que una reapertura traiga consigo el rebrote de los contagios y conduzca a un nuevo confinamiento.
4.- Una definición racional de las actividades que deben reabrirse.
Dado que no se podría reabrir de golpe toda la economía, sería necesario que hubiera una decisión racional respecto a qué actividades son las que deben reabrirse. Cuando en el decreto del 24 de marzo se definieron actividades esenciales, claramente hubo decisiones que implicaban capricho de la autoridad, como considerar esencial la construcción de la refinería en Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía, o permitir que los proveedores tuvieran actividad para evitar que estas obras no pararan por falta de materiales.
Lo que ahora se requiere es una decisión que integre realmente los criterios de salud, económicos y sociales, y que no sea la simpatía presidencial por los proyectos… o por determinados empresarios, lo que defina la reapertura.
5.- Se necesita información libre de toda sospecha.
Si resulta que los datos oficiales de la Secretaría de Salud indican un descenso de la curva, pero existen fundadas sospechas de que no se están integrando todos los casos generados en los estados o por los particulares, y que se están ajustando para que el modelo ofrezca los resultados deseados, entonces habrá razones fundadas para dudar de que sea el momento de reabrir. Se requiere información libre de toda duda.
Más nos vale en la etapa que viene actuar con inteligencia, honestidad y prudencia si no queremos que apenas efectuada la reapertura tengamos que volvernos a poner en cuarentena ante un virus que vuelve a atacar.