Cada día es más frecuente la pregunta “¿Qué hacemos para parar a López Obrador?”, ante el pésimo resultado de 17 meses de gobierno y su falta de disposición para dialogar.
Todo va mal en el país, la delincuencia está desatada como nunca, la economía va a una profunda recesión con la pérdida de millones de empleos debido a la pasividad del gobierno, incluso en el combate a la pobreza, que es el principal compromiso de López Obrador, se está fracasando, ya que está aumentado el número de pobres por la falta de crecimiento y pérdida de empleos.
Probablemente el único logro es el combate a la corrupción y al dispendio que existía en el gasto público, pero estos recursos, aunque importantes, son insuficientes para impulsar el crecimiento económico, reducir la pobreza y crear un estado de bienestar. López Obrador está convencido de que repartiendo dinero entre los pobres se reducirá la pobreza, pero no entiende que estos recursos ayudan a la gente en situación extrema, pero no son suficientes para acabar con la pobreza si la economía no crece y se generan millones de empleos bien pagados.
En este año y medio de gobierno López Obrador ha dejado claro que no está dispuesto a cambiar su estrategia y ni llegar a acuerdos con nadie, y que va a seguir impulsando sus ideas aun en contra de la opinión de todos los sectores productivos y pensantes del país.
Su negativa, no sólo a firmar un acuerdo nacional para enfrentar la crisis económica como consecuencia del coronavirus, sino para recibir y analizar con los representantes del sector privado sus propuestas, deja claro que mientras él tenga el control del Congreso y el apoyo mayoritario de la población, no va a aceptar la opinión de nadie.
Su gabinete no tiene ningún peso para contener los excesos del Presidente y sirve sólo para cumplir sus instrucciones; es un gabinete que le dice lo que quiere oír y los secretarios no actúan como servidores públicos. En 45 años nunca había visto un gabinete más sumiso e indigno que el actual. Los secretarios no han sido capaces ni siquiera de defender las responsabilidades y facultades que les concede la ley. Lo mismo pasa con el Legislativo controlado por Morena, ha actuado con la misma sumisión con que actuaba el Congreso en los peores momentos del presidencialismo.
Como está actualmente la correlación de fuerzas no hay forma de parar a López Obrador, y sólo ganando la mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones del próximo año será posible obligarlo a negociar y frenar las iniciativas de ley que sean contrarias a los intereses del país. Si las fuerzas de oposición no logran dejar de lado sus diferencias para, a través de candidaturas comunes, ganar la mayoría en las elecciones del año próximo, López Obrador seguirá haciendo con el país lo que le venga en gana.
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