Son las jóvenes, Presidente, no las puertas

Elisa Alanís

La fachada de Palacio Nacional quedó impecable a pocas horas de las protestas y pintas. La arreglaron de inmediato.

Los cuerpos ultrajados de Ingrid y Fátima, como el de tantas mujeres violadas, torturadas y asesinadas en México, no.

El alma de menores y adultas abusadas sexualmente a diario no podrá componerse, está rota para siempre.

La mayoría de ellas permanecerá en silencio. Así como le gusta a los agresores: calladitas, bien portadas, obedientes, temerosas, creyéndose culpables, sintiéndose sucias, llorando en el rincón oscuro de la soledad.

Andrés Manuel López Obrador pidió, “con todo respeto”, que las feministas no les pinten las puertas y las paredes. Informó que están trabajando para que no haya feminicidios.

Qué bien, esto último. Pero, con todo respeto, Presidente, su respuesta fue insensible ante la magnitud de la tragedia.

En lugar de ver el drama humano, está mirando con lupa la reacción. En lugar de abrazar las cicatrices que no se borran, está condenando la estridencia, la forma.

Imagine usted qué maravilla no tener que salir a rayar la Puerta Mariana.

O no tener que rayarse una pierna, un brazo, el abdomen con un objeto punzocortante, para que el dolor que provoca la herida se anteponga al insoportable que se siente en las entrañas.

Porque, ¿sabía que es una situación también creciente? ¿El que las niñas y adolescentes se lastimen a sí mismas de esa manera, no para provocar, sino para aliviar el sufrimiento?

Eso son los gritos extremos. En lo personal y en lo colectivo.

Cuando los homicidios y las agresiones se combatan de manera efectiva, no tenga duda que muchos y muchas saldremos a condenar cualquier maltrato al Ángel de la Independencia, a los monumentos, a las bardas…

Cuando el horror concluya, el país relucirá.

Aquí, entre nos…

Tiene razón AMLO, existe una descomposición, una decadencia.

Es verdad que no será suficiente con detener y encarcelar a los criminales.

Pero es lo que tiene que hacer, con urgencia, la autoridad.

Es lo que le compete a un Estado constitucional, laico, republicano.

Lo otro, la reconstrucción moral, ética y social, nos corresponde a todas y todos. 

@elisaalanis

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