De continuar el rechazo del presidente López Obrador a llevar a cabo un verdadero programa de reactivación económica, no sólo este año será el peor de nuestra historia desde el punto de vista económico y de creación de empleos, sino todo el sexenio estará perdido en esta materia, así como el objetivo de reducir la pobreza, a pesar de la gran inversión en gasto social que se está llevando a cabo.
Según los pronósticos de la mayoría de los economistas, este año habrá una caída de 10% del PIB y se espera una pequeña recuperación de sólo 3% el próximo año y de 2.5% los siguientes tres años; o sea, a finales del sexenio estaremos apenas llegando a la economía que teníamos en diciembre del 2018.
El presidente pretende recuperar la economía con una inyección adicional de recursos de 150,000 millones de pesos, cuando la caída esperada es de 2.5 billones, un apoyo de apenas 6% de la pérdida y de sólo 0.6% del PIB, mientras que otros países están llevando a cabo inversiones y apoyo al gasto público equivalentes a más de 5% de su PIB.
Está bien que el gobierno quiera apoyar con recursos adicionales a los más pobres, pero estos apoyos no son suficientes para evitar el derrumbe económico y del empleo.
Los programas sociales para los adultos mayores, minusválidos, jóvenes y productores del campo e inclusive las inversiones en el Tren Maya, del Istmo y el aeropuerto son positivas, pero no sacan a la gente de la pobreza y mucho menos impulsan la reactivación económica ante la crisis que enfrentamos.
No puede haber reactivación con el mismo presupuesto público sólo porque estos recursos se reasignen a favor de los pobres, ya que al final de cuentas el gasto es el mismo.
El presidente dice que es falsa la afirmación de que si llueve arriba la derrama permea automáticamente a los de abajo y tiene razón si no hay una política agresiva de ingresos y gasto público; pero lo que no entiende es que si no llueve arriba es imposible que el agua llegue a los de abajo.
Su rechazo a apoyar a las empresas está provocando la quiebra de muchas de ellas y la pérdida de empleos en forma definitiva, por lo que cuando termine la pandemia y la gente quiera recuperar su empleo se dará cuenta que éste ya no existe porque la empresa cerró.
Apoyar con 25,000 pesos a las empresas pequeñas es insuficiente para que sobrevivan, esos recursos podrán servir, con aprietos, para que el dueño y su familia sobrevivan cuatro meses, pero no son suficientes para que la empresa y los empleos se mantengan.
Si el presidente quiere evitar que su sexenio esté perdido en materia económica, de empleo y reducción de la pobreza, más le vale lanzar un programa de reactivación de cuando menos un billón de pesos para apoyar a las empresas a través de créditos que le sean devueltos al gobierno durante los próximos cuatro años.
Todavía está a tiempo de salvar su sexenio y lo que él llama su Cuarta Transformación, pero la única forma de hacerlo es poniendo los pies en la tierra y asumiendo que ante una crisis económica, como la que está dejando la pandemia, el único que puede reactivar la economía es el Estado con más inversión y gasto público.