En Zacatecas, miles de personas han tenido que huir de sus comunidades tras la llegada de los cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa a su territorio, lo que ha ocasionado enfrentamientos entre ambos grupos, acabando con la paz de sus habitantes.
De la paz al miedo
Al menos 2 mil personas de 13 comunidades de los municipios zacatecanos de Jerez, Monte Escobedo, Tepetongo y Valparaíso se han visto obligadas a huir de los enfrentamientos entre criminales, quienes no solo se “golpean” entre sí, sino que también han quebrantado la paz en la que vivían hace apenas unos meses los lugareños. Los ciudadanos de esta región narran que los miembros de los cárteles entraron a sus pueblos con armas largas y los rostros cubiertos, comenzaron a robar sus pertenencias, apoderarse de terrenos y secuestrar a los jóvenes para obligarlos a formar parte de sus organizaciones.
La guerra entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha provocado que los habitantes de la región salgan de sus casas en un desplazamiento forzoso por la violencia en la que se han visto sumergidos. Desde hace tres meses, al menos 300 familias de Monte Escobedo cerraron sus negocios para huir tras las amenazas recibidas por el exalcalde Ramiro Sánchez, quien también se vio obligado a salir del lugar.
Tierra de nadie
El conflicto entre ambos cárteles ha convertido muchos poblados de Zacatecas en “pueblos fantasma”. Uno de los desplazamientos masivos más sonados fue el de la comunidad Ermita de Los Correa, donde se pueden ver marcas de bala que ha dejado a su paso el crimen organizado. Pero las historias de horror que relatan los habitantes exiliados han llegado a muchas otras, como Jerez y Valparaíso, y los habitantes, despojados y vulnerables, han dejado ya su pueblo, pero quieren huir también de su municipio e incluso salir para siempre del estado.
Muchas familias tuvieron que dejar pertenencias e incluso a sus animales en casa o en el camino; pensar en regresar por ellos es arriesgarse nuevamente ante la violencia de la que huyen. De acuerdo con un testimonio que compartieron alguna de las familias con el diario El Universal, la situación es desgarradora y no parece que vaya a terminar pronto, pues el vacío de poder y la escasa intervención de las autoridades, los han dejado en el desamparo:
“Hace dos meses se fueron con sus camionetas y unos caballos hacia la cabecera municipal, después regresaron por el resto de sus cosas, sus perros y animales de granja, pero en el trayecto los interceptaron sujetos armados encapuchados, quienes los revisaron. Creyeron que les quitarían sus vehículos, pero al ver que llevaban a un niño, los hombres los dejaron ir.
Kilómetros más adelante se encontraron con otro convoy de hombres armados y comenzaron nuevamente a rezar, las mujeres lloraron y estaban nerviosos por ser la segunda retención. Eso tal vez inquietó a los individuos, quienes les preguntaban si trabajaban para el grupo contrario.
A los hombres los golpearon y por un momento las familias pensaron y clamaron: ‘¡Dios, protégenos, ahora sí nos van a matar!’, quizá el llanto del niño hizo que los dejaran ir, pero les quitaron sus animales. En ese momento decidieron dejar no sólo el municipio, sino el estado”.
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Con información de El Universal | Foto de portada: Cuartoscuro