La desaparición del pequeño Etan Patz dio origen al Día Internacional de los Niños Desaparecidos en Estados Unidos. Fue el primer niño cuya foto apareció en un cartón de leche y la verdad sobre lo que le pasó se supo más de tres décadas después.
Iba solo por primera vez a la escuela
El 25 de mayo de 1979 fue una fecha trágica para la sociedad estadounidense. Etan Patz, de tan solo seis años, salió alas ocho de la mañana rumbo a la escuela, era la primera vez que iba solo y nunca llegó. Su madre, Julie, lo observó alejarse, pero nunca supo que el pequeño no había subido siquiera al camión escolar; Julie y Stan, su esposo, se enteraron de su desaparición ocho horas después, cuando vieron que Etan no volvía del colegio.
Tras darse cuenta de que Etan no fue a la escuela y que no aparecía en ningún lado, los padres buscaron a la policía para presentar la denuncia y ese mismo día se activó un operativo en el que más de cien policías con perros salieron en su búsqueda. Sin embargo, no lo encontraron por ningún lado.
El caso se hizo famoso muy pronto y la opinión pública se mantuvo al tanto de los posibles hallazgos. Fue por él que se colocó por primera vez el rostro de un niño desaparecido en un cartón de leche para que la gente pudiera reconocerlo. No obstante, no hubo avances en el caso durante muchos años y en 1983 el presidente Ronald Reagan estableció en su honor el Día Nacional de los Niños Desaparecidos, que se conmemora cada 25 de mayo.
Se hizo justicia para Etan Patz
Pasaron décadas y los papás de Etan se volvieron activistas en la causa de las desapariciones de menores. Además, tomaron la decisión de no mudarse de casa ni cambiar de teléfono con la esperanza de que Etan regresara; sin embargo, para el año 2001, cuando se cumplieron 22 años de su desaparición, las autoridades lo declararon oficialmente muerto. Y pasaron todavía once años más para que se supiera la verdad sobre su desaparición.
En 2012, un hombre llamado José López se puso en contacto con la policía para denunciar a su cuñado, Pedro Hernández, pues lo había escuchado contar una historia en la que asesinaba a un niño de Manhattan. Esta denuncia derivó en la detención de Hernández, quien declaró por más de seis horas, en las que confesó el crimen: vio a Etan caminando solo, le ofreció un refresco y lo convenció para que entrara a un almacén en el que trabajaba, muy cercano a la parada del autobús escolar, donde lo ahorcó hasta que falleció, para luego tirar su cuerpo a la basura.
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Con información de La Gaceta