La politóloga Edna Jaime aseguró que la ley es endeble y las instituciones débiles ante una “aplanadora legislativa” que cumple caprichos del Presidente
La renovación de un gobierno cada seis años dista de ser un avance en la democracia, toda vez, que la administración entrante lo que trata de hacer es borrar toda huella de la era de su antecesor.
Así sucede con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien vivió 18 años en campaña para ser presidente de la República y a las primeras de cambio anunció un “cambio de régimen”, como él lo llamó en su discurso del pasado 1 de diciembre de 2018 cuanto tomó las riendas de México.
“Al diablo con (sus) las instituciones”, dijo en un acto de campaña el morenista que le traería rechiflas y después aclararía que no dijo “las”, sino que dijo, “sus”, refiriéndose a la ‘mafia del poder’, pero como sea, en dos años ha demostrado que está mandado “al diablo” lo construido por años.
Así lo aborda la politóloga y directora del organismo México Evalúa, Edna Jaime en su columna en El Financiero “lo que atestiguo en México en estos momentos es destrucción sin alternativa. Lo que veo es destrucción a secas”.
La directora de México Evalúa escribió el 9 de octubre que “A pesar de que hemos legislado y construido los controles para reducir los márgenes de discrecionalidad, hoy nos damos cuenta de que lo que edificamos eran castillos de naipes, que se derrumban con el paso de una aplanadora legislativa”.
Dijo que no hay un blindaje institucional en México y es que “la propuesta de extinguir 109 fideicomisos es reflejo de los extremos a los que podemos llegar cuando no hay un blindaje institucional suficiente para contener los excesos del poder”.
Mencionó que “la bolsa en los fideicomisos de la que se disponga no será suficiente para tapar el boquete. La necedad del presidente de destinar casi 21 por ciento del gasto programable a Pemex y CFE compromete el balance de 2021 y la sostenibilidad de las finanzas públicas en su conjunto”, escribió.
La especialista en su columna de opinión manifestó que la decisión del presidente es más que una cuestión de aritmética. Es una manera particular de ejercer el poder que ansía la centralización y el control de todo.
“Supongo que ese impulso por el control es lo que también le lleva a detestar a organizaciones de sociedad civil que pudieran rivalizar con su interpretación de la realidad, y a todo aquel que le recuerde que cada quien ocupa el lugar que le corresponde en el espacio de lo público.
“Lo que atestiguo en México en estos momentos es destrucción sin alternativa. Lo que veo es destrucción a secas. La propuesta de extinción de 109 fideicomisos es una muestra”, puntualizó.