Autor: Adriana Sarur
Toda la ciudadanía mexicana hoy sigue hablando del avión presidencial, que fue adquirido en la administración de Felipe Calderón, usado por el presidente Peña Nieto y utilizado por López Obrador como un hito de comunicación política. Recordemos que AMLO lo usó desde sus spots de campaña cuando decía: “Ese avión no lo tiene ni Obama” y ya en Palacio Nacional, decidió dejarlo en desuso, ponerlo a la venta y, a partir de enero, anunció la rifa entre todas y todos las mexicanos que compren su cachito.
Tras el anuncio, los comentarios no se hicieron esperar. Pláticas de café, editoriales, noticieros en TV y radio, redes sociales (con miles de memes incluídos), etcétera. Un país volcado a emitir su postura, los más cercanos al Presidente y los llamados amlovers están de acuerdo con esta ocurrencia, por su lado, los pejefóbicos y, en general, los comentócratas no le encuentran sentido alguno a esta nueva cortina de humo emanada desde la mañanera.
Se puede tomar partido y tratar de argumentar por qué se está a favor o no, pero lo indudable es que el Presidente es quien dicta la agenda pública y lo viene haciendo desde sus días de campaña. Basta hacer un recuento de los temas abordados y que, en sexenios anteriores, sería impensable, desde la pertinencia del neoliberalismo, solicitar disculpas a España por la conquista, abrazos en lugar de balazos y la venta, renta o rifa de un avión. Periodismo y sociedad discutiendo los temas que propone.
En este sentido, la Cuarta Transformación quizá se refiera a cómo el debate público se está cambiando en este país, actualmente la agenda pública es directamente dictada desde Palacio Nacional y no más desde la redacción editorial de algún medio, hoy también éstas discusiones se dan desde redes sociales y el ágora pasa por las plazas públicas y desde un teléfono inteligente. Se trata de una gran oportunidad para madurar la vida democrática del país, ya que la mayoría de la ciudadanía está discutiendo los temas de gobierno, elemento esencial para poder intervenir en la temática pública y así construir gobernanza: política, administración pública y sociedad, decidiendo juntos.
Ahora bien, para lograr esto, se deberá identificar cuáles son los tópicos que realmente abonan a este objetivo. Sabemos que López Obrador utiliza los símbolos para ejercer su comunicación política, cuando él habla de rifar el avión, inmediatamente conecta con un gran número de mexicanos pues, en realidad, es un símbolo, del despilfarro de gobiernos anteriores, de excesos y lujos de la clase política; cuando se refiere a eliminar los fines de semana largos, llama a la memoria de las fechas históricas; cuando dice “abrazo, no balazos”, refiere a una política pública en seguridad. Los ejemplos sobran. Así que, más allá de poner sobre la mesa los dichos del Presidente, se deberá cuestionar la pertinencia, el método y la factibilidad para hacer realidad sus frases. Llegó el momento de que la oposición, parte fundamental para la consolidación democrática, medios y sociedad pidamos cuentas de los resultados de la administración y se propongan agendas más amplias y necesarias para el país.