Las chinches, insectos molestos y a menudo evitados, están surgiendo como una preocupación creciente en varias partes del mundo, pero ¿qué pensarías si te dijera que el incremento de dichas poblaciones tiene que ver con el cambio climático? Aquí te damos los detalles.
De acuerdo con el podcats “El lado B de la plaga de chinches y su relación con el cambio climático y el movimiento de personas”, de el diario El País, estos pequeños organismos hematófagos, que se alimentan exclusivamente de sangre, han evolucionado y se han adaptado a nuevas condiciones ambientales, lo que les permite prosperar en lugares y épocas donde antes eran menos comunes.
El doctor Alejandro Córdoba Aguilar, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, nos advierte sobre esta relación entre el cambio climático y la proliferación de chinches. Señala que las alteraciones climáticas, junto con el movimiento de personas y la urbanización, han creado un escenario propicio para que estas plagas se extiendan de manera alarmante.
Uno de los factores más relevantes es la temperatura. Con el calentamiento global, las temperaturas son más propicias para estos insectos, permitiéndoles colonizar nuevas altitudes y ambientes previamente inalcanzables debido al frío.
“Estos organismos son ectotermos, ¿qué quiere decir eso? Que dependen de la temperatura del medio ambiente. Entonces, si los ambientes normalmente son relativamente fríos, porque no son muy buenos tolerando el frío. Si, de pronto, estos ambientes se calientan, les favorecen. Eso explica, de hecho, es la gran explicación de la proliferación de muchos otros insectos, como el caso de los mosquitos (…) Hoy ya se están alcanzando. Entonces, esos organismos que antes estaban limitados en altitud porque no podían subir, porque era muy frío, ahora, con las nuevas temperaturas más altas, pueden colonizar nuevos ambientes”, expresó Córdoba Aguilar.
Además, la urbanización y el aumento en los viajes facilitan la propagación de estos insectos, que pueden moverse en maletas y ropa sin restricciones.
“Sin duda, hay condiciones que favorecen su abundancia, por ejemplo, el caso de las chinches de cama: condiciones como suciedad, humedad, aquellos sitios donde esos animales se puedan resguardar, donde, gracias a ese resguardo, no puedan penetrar los insecticidas”, dijo el investigador.
El aumento en la cantidad de chinches en áreas urbanas es evidente. Incluso ciudades tan emblemáticas como París y Nueva York han sido invadidas por estas plagas, encontrándose en lugares inimaginables como asientos del metro, butacas de cines y hogares.
“Otro factor es el movimiento de la gente. Que nos estemos moviendo con tanta frecuencia y con tanta facilidad hace que también sea más factible que estos organismos puedan moverse, justamente, en maletas, ropa, etcétera, y se puedan mover sin ningún problema”, expresó Aguilar.
En la batalla contra las plagas de chinches, la preocupación no se limita solo al malestar y las alergias que causan. El experto advierte que estos insectos podrían representar un riesgo mucho mayor si se convierten en vectores de enfermedades para la humanidad.
Hasta ahora, no se ha demostrado que las chinches porten patógenos peligrosos para las personas, y esta es la perspectiva más conservadora. Se han realizado análisis exhaustivos en diferentes partes del mundo, examinando muestras de chinches en busca de agentes patógenos. Los resultados han arrojado principalmente malestar, alergias y comezón espantosa en algunos casos, junto con un notable factor psicológico que afecta a muchas personas sensibles ante estos insectos.
Sin embargo, la naturaleza puede sorprendernos y llevarnos a escenarios menos conservadores. Un estudio reciente, que inicialmente parecía sacado de la ficción, arrojó luz sobre esta posibilidad. Investigadores de Bolivia, Estados Unidos e Inglaterra llevaron a cabo un experimento simple pero revelador.
El experimento implicó el uso de un patógeno, el parásito que causa la enfermedad de Chagas, que normalmente se encuentra en otra especie de chinche. Este parásito se les administró a las chinches comunes que afectan a las personas. Los resultados fueron que no solo el parásito sobrevivió dentro de la chinche, sino que también, cuando las chinches se alimentaron de roedores pudieron transmitir con éxito estos parásitos a los roedores.
“Entonces, potencialmente, lo que eso descubre es que tienen la capacidad vectorial de transmitir un patógeno al cual no están naturalmente acostumbradas, por así decir. Pero nos da la alerta de pensar que, si estas chinches se llegan a alimentarse de la sangre de un paciente, de una persona que está infectada de ese parásito, potencialmente, lo pueden adquirir, desarrollar y volver a transmitirlo”, puntualizó Aguilar.
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Con información de El País.
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