En México, la crisis del agua se ha convertido en un tema de urgencia nacional, afectando a millones y planteando serios desafíos para el futuro del país. Con la participación ciudadana y el voto informado, se puede abogar por cambios significativos. Aquí se presentan algunos datos estadísticos y el impacto que estos reflejan, cuyo conocimiento es importante para que todas y todos los ciudadanos entiendan mejor la crisis hídrica que enfrentan.
De acuerdo con datos publicados el 4 de marzo de 2024 por la CONAGUA, el 9.18% del territorio se encuentra en situación de sequía excepcional, el 28.4% en sequía extrema, el 45.93% en sequía severa, el 59.86% en sequía moderada, y el 76.21% está anormalmente seco. Esto implica que más de la mitad del territorio presenta niveles de sequía mayores a los experimentados en los últimos 10 años (CONAGUA y SMN, 2014).
Para entender el impacto de la sequía. La Secretaría de Medio Ambiente y CONAGUA mencionan que los efectos económicos son: pérdida de producción agrícola, pecuaria, forestal y pesquera; recesión en la tasa de crecimiento económico regional; pérdida de ingreso de productores, comerciantes, transportistas, etc; aumento en la demanda de energía; decremento en industrias y actividades asociadas o dependientes; desempleo y tirantez de créditos y menor flujo de activos; y disminución de ingresos y beneficios vía impuestos.
Los impactos ambientales de la sequía son: daño a los ecosistemas; erosión y pérdida de suelos; degradación de la calidad del agua y del aire y del paisaje. Y los efectos sociales son: escasez de cantidad y calidad de alimentos; problemas de salud y aumento de morbilidad en sectores vulnerables; conflictos entre usuarios y sectores del agua; desigualdad en la absorción del impacto; baja de la calidad de vida e incremento de la pobreza; e inestabilidad social, marginación y migración hacia áreas urbanas o al extranjero (CONAGUA, 2024).
El agua renovable se refiere a la cantidad de agua máxima que es factible explotar anualmente en una región, que contempla la cantidad de agua que es renovada por la lluvia y el agua proveniente de otras regiones o países. El impacto del crecimiento poblacional en los recursos hídricos disponibles en aguas superficiales y subterráneas se puede asociar a este indicador, que refleja niveles de escasez y estrés. Según datos de la CONAGUA, las regiones del sureste disponen de 68% del agua renovable y las de norte, centro y noroeste el 42%. La Ciudad de México cuenta con la menor cantidad de agua renovable per cápita, con un nivel de escasez absoluta y un nivel de presión muy alto (mayor al 100%), que es el más grave y muchos otros estados con escasez crónica y estrés alto (CONAGUA, 2022).
El agua renovable per cápita promedio se estima al 2020 en 3,663 m3/habitante/año, frente a la disponibilidad de 70 en CDMX y 287 en el Estado de México, lo que significa que la región del Valle de México tiene la menor disponibilidad hídrica del país. Esta disponibilidad hídrica se prevé que esté disminuida en 2030 según el análisis de tendencias (CONAGUA, 2022). La disponibilidad promedio es superior a la de algunos países de Europa, pero significativamente inferior a la mayoría de los países de América Latina (BID, 2028).
A pesar de los avances, aún existen disparidades significativas en el acceso al agua potable. El INEGI señala que en 2015 alrededor del 95% de los hogares mexicanos tenían acceso a fuentes de agua entubada (no se determina si potable), dejando a un 5% sin acceso directo, lo cual impacta principalmente a comunidades rurales y marginadas (INEGI, s.f.). Sin embargo, de acuerdo con datos emitidos por CONAGUA con base en información de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, en México 26-50% de la población tienen acceso seguro al agua potable y entre 51 y 75% al saneamiento (CONAGUA, 2022). De esta agua disponible se estima que actualmente solo el 33% de los municipios donde vive el 50% de la población tienen acceso al agua todos los días y 19% sólo tiene acceso 1 o 2 días a la semana (Ríos con datos de ENIGH, 2023).
El World Resources Institute (WRI) menciona que a pesar que México es un país con relativa abundancia hídrica, a varias regiones de México se les clasifica en condiciones de “alto” a “muy alto” estrés hídrico, lo que significa que la demanda de agua supera la cantidad disponible durante ciertos períodos, poniendo en peligro la sostenibilidad del recurso (World Resources Institute, 2019). Esta situación se agrava considerablemente con la situación de sequía.
Un porcentaje significativo de cuerpos de agua en México sufre de contaminación debido a descargas residuales industriales, agrícolas y domésticas no tratadas, entre otros factores. CONAGUA reporta que el 73.9% de los sitios de monitoreo reportaron algún tipo de contaminante en el agua superficial estudiada y 55.6% en agua subterránea, afectando la calidad del agua disponible para uso y consumo de todos los seres vivos (CONAGUA, 2024). Relacionado a eso se estima que el 88% de los casos de diarrea mundiales se ocasionan por agua contaminada, saneamiento inadecuado y malos hábitos de higiene (CONAGUA, 2022).
Por su parte, la sobreexplotación de los acuíferos se presenta como un problema grave que va en aumento, dado que en 1975 había 32 acuíferos sobreexplotados y en 2020 111.
La agricultura consume aproximadamente el 75.74% del agua concesionada en México, seguido por el sector público y la industria. La falta de infraestructura adecuada y prácticas de irrigación eficientes contribuyen a un uso no sostenible del agua. Esto implica que la sequía y su consecuente estrés hídrico y escasez impacta a un sector importante del crecimiento económico, así como ponen en riesgo la seguridad alimentaria (CONAGUA, 2022)
Respecto al consumo personal del agua, en 2012 el CIDE realizó una encuesta sobre el consumo de agua potable en los hogares, que mostró que en promedio un habitante consume por día 182 litros de agua potable (CIDE y CONAGUA, 2012)
La crisis de agua afecta de una u otra manera a todas y todos los mexicanos y requiere de la atención y acción colectiva. Como ciudadano, tienes el poder de influir en la política hídrica del país a través de tu voto y tus acciones de participación ciudadana. Este 2 de junio invita a votar por candidatos y candidatas que prioricen la gestión sostenible del agua, promuevan la inversión en infraestructura hídrica, fomenten prácticas de uso eficiente del agua y aboguen por el tratamiento y reutilización de aguas residuales y pluviales.
Tu participación en las elecciones puede ser determinante para asegurar un futuro en el que el agua, nuestro recurso más preciado, sea gestionado de manera responsable y equitativa. Tu voto tiene el potencial de que colectivamente se pueda cambiar el curso de la crisis del agua en México, ¡vota y cuida el agua: cada voto y cada gota cuentan!
Referencias
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