En entrevista exclusiva para Ciudadanos en Red, el coronel Emilio Cosgaya relata cómo fue utilizado como un chivo expiatorio para cumplir con fines políticos en la llamada “guerra contra el ‘huachicol'” del presidente López Obrador.
“Injusticia mediática” con fines políticos
El coronel Emilio Cosgaya Rodríguez, de 56 años, está preso desde 2019 en el penal de alta seguridad del Altiplano, en Almoloya de Juárez, Estado de México. Ciudadanos en Red se puso en contacto con uno de sus familiares, el cual accedió a hacerle llegar algunas preguntas y fue así como obtuvimos su testimonio.
El coronel Cosgaya ha logrado publicar información a través de su cuenta de Twitter en la que analiza la realidad del país y manifiesta sus ideas sobre la seguridad y el destino de México. Su objetivo es crear un contrapeso para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien comenzó lo que Cosgaya denomina como una “injusticia mediática” en la conferencia matutina de Palacio Nacional del día 8 de enero de 2019.
Cosgaya enfrenta acusaciones de delincuencia organizada y sustracción ilícita de hidrocarburos, y fue uno de los primeros militares de alto rango aprehendidos como parte de la llamada “guerra contra el ‘huachicol'” que emprendió el presidente Andrés Manuel López Obrador al inicio de su gobierno.
“La instrucción de que se nos metiera en la cárcel salió de la ‘mañanera’, y el fiscal general de la República siguió la instrucción. No se necesita ser muy analítico para darse cuenta de que las cárceles se están llenando de funcionarios responsables de las diferentes áreas de seguridad y justicia, y no de los delincuentes. Esta situación está llevando a una impunidad como nunca antes se había visto, puesto que los que delinquen tienen más de un 95% de certeza de que no les va a pasar nada”.
He recibido muchas presiones para callarme, especialmente amenazas a la seguridad de mi familia incluso por @SEDENAmx.
— Emilio Cosgaya Rodríguez (@cosgaya_emilio) August 2, 2022
Ahora todos pueden interpretar las leyes como quieran y a falta de atención de mis superiores doy parte a ustedes los ciudadanos, superiores de @lopezobrador_ pic.twitter.com/xFeUazP6Ui
“Fui detenido con lujo de violencia y torturado”
Cosgaya, cuyo último cargo operativo en el Ejército fue comandante del 5/o. Batallón de operaciones especiales, relata la dura realidad que ha vivido tras su detención. Cuenta que fue ingresado al área denominada Tratamientos especiales o “Módulo X”, conocido entre los internos como “la cárcel de la cárcel” o “el calabozo”. En esa “jaula blindada”, como le llama, fue aislado por completo, sin posibilidad de ver al exterior, con luz artificial las 24 horas del día y vigilado permanentemente por cinco cámaras.
“El 17 de junio de 2019 fui detenido con lujo de violencia y torturado. Cuando me ingresaron al penal, eran tales mis lesiones, que me instaron a poner una denuncia, pero en realidad ya no estaba consciente de lo que pasaba, ni siquiera recuerdo si contesté algo, pero algunos meses después llegaron unas personas quienes dijeron que investigaban el caso, ya que las lesiones se investigan de oficio, y nunca más las volví a ver”, explica el coronel.
“Mi familia denunció a la CNDH durante tres largos, tediosos, difíciles y peligrosos años”, recuerda, y explica que fue tal la presión de sus familiares, que finalmente recibió una visita del personal de la Comisión para hacerle preguntas y examinarlo, quienes “en menos de dos horas dictaminaron que sí tenía lesiones, pero que tardaban en sanar menos de 15 días y que solo estaba triste por la detención”.
Así ha transcurrido el tiempo: el militar cumplió el pasado junio tres años en la cárcel, donde no ha recibido un apoyo real por parte del personal médico que ha acudido a verlo, a pesar de sus lesiones y el deterioro de su estado de salud física y mental. Cuenta que la psicóloga que lo atendía primero lo remitió al psiquiatra y este último le recetó ansiolíticos “para bajar la tensión, estrés, ansiedad y poder sobrevivir”.
“Me convertí en una piltrafa, puesto que te sientes culpable, te deprimes, tienes pesadillas, dolor en todos lados, o a veces no sientes nada. Vuelas y te alcanzas a ver tirado, sudas, te mareas y sientes que hueles feo. Lo menos que quieres es que alguien te vea o te hable, ¿para qué? De los 85 kilos con los que llegué aquí, llegue a pesar alrededor de 55, porque mucho tiempo después me pesaron con ropa y apenas alcanzaba los 60 kilogramos”.
Él no era el objetivo político, pero lo convirtieron en chivo expiatorio
La denuncia contra Cosgaya y otros militares encarcelados por su presunta participación en el robo de combustibles fue interpuesta por el abogado queretano Jorge García Adriano, a nombre de Moisés Ángel Merlín Sibaja, Enrique Alejandro Sandoval Díaz y Eliseo Lara Cortés, tres exmilitares que trabajaban en el área de Seguridad Física de Pemex.
El coronel relata que, en mayo de 2019, se coordinó una “primera, anunciada y falsa detención”, donde llegaron por él al Colegio de Defensa, donde él cursaba la maestría en Seguridad Nacional. En ese momento, el coronel Cosgaya estaba por concluir su tesis, la cual incluía parte de una investigación sobre el crimen organizado en México que llevó a cabo a lo largo de diez años, la cual “causaba suspicacias, puesto que toca algunas fibras delicadas de algunas personalidades”.
“Dejé mi computadora, tableta, USB y disco duro externo, con lo que di por perdido mi trabajo, puesto que la información, análisis, fotos y documentos estaban ahí, y conozco perfectamente cómo extraen los datos o contaminan los equipos para seguirlos y mantenerlos vigilados”.
Cuenta que él no era un objetivo político, sino Eduardo León Trauwitz, quien fue jefe de seguridad de la campaña del expresidente Enrique Peña Nieto, para luego convertirse en gerente de los Servicios de Seguridad Física de Pemex, y posteriormente ocupar el cargo de subdirector de Salvaguardia Estratégica.
“Solo que se requirieron chivos expiatorios para poder vincularlo a una delincuencia organizada para llevarlo a prisión, y con las detenciones ‘mataban dos pájaros de una pedrada’: por un lado, justificaban la política de la nueva cleptocracia que llegaba al poder, y, por el otro, a mí me callaban”
Emilio Cosgaya señala a Merlín y Adriano como delincuentes. Explica que Merlín “vendía piezas de Pemex”, en el mercado Hidalgo de la colonia Doctores, Ciudad de México, y asegura que Adriano “se dedica a promover denuncias contra la empresa productiva y, por ser un negocio lucrativo, en contubernio con trabajadores de Pemex, se dedica a arreglarlas, y es por ello que todas las demandas siempre las pierde el Estado”.
“Esta denuncia fue arreglada por la Fiscalía. Se convirtió de laboral a penal, se le cambió la fecha, aunque fuera ilógico; se transformó para ubicarla en ciertas áreas de la República, cuando el trabajo que hacía Merlín para inhabilitar tomas clandestinas era nacional. La hacen parecer que solo se realizaba en Puebla y Tamaulipas, como si fuera un secreto local, cuando toda la empresa lo sabía, ¿o cómo escondes trabajos durante años, en todos los ductos de Pemex sin que nadie se dé cuenta? Incluyendo las Fuerzas Armadas lo sabían, puesto que el principal despliegue era militar”.
“Necesitas ser un verdadero delincuente para poder pagar la justicia en México”
El coronel Cosgaya explica que actualmente no cuenta ni siquiera con el apoyo de sus abogados, a quienes asegura no conocer, pese a que llevan más de dos años atendiendo su caso. Sospecha incluso de una posible corrupción por parte de los litigantes por la falta de medios económicos de su familia.
“Lo más corrupto es el tiempo. El tiempo borra o acomoda todo. Compra debilita o desaparece almas y evidencias, y además da la capacidad de arreglos, una vez que se pierde lo mediático o bien se quedan en el olvido: si tienes dinero vas a salir, si no, te vas a quedar”.
Además, la audiencia de su caso se ha pospuesto desde 2020 y actualmente está programada para noviembre, “mientras el ministro presidente se anda haciendo propaganda por todos lados y la justicia sin funcionar, inactiva. Sin duda le importa la política, pero no el derecho humano a la libertad”.
“He buscado ayuda, pero cuando no eres alguien conocido y con dinero, nadie te hace caso y el tomar un defensor de oficio te da la seguridad de que te vas a quedar en la cárcel y me han negado los defensores militares. Se lo solicité al juez de consigna y nada, nada, solo silencio. Necesitas ser un verdadero delincuente para poder pagar la justicia en México, si no, ¿cómo?
Dice que ya cuenta con el equipo electrónico que le fue sustraído al momento de su detención y que comenzará a dar a conocer la información que recabó en sus investigaciones. Además, planea escribir tres libros, el primero de los cuales publicará en los próximos meses.
“Ahora somos más fuertes, con todos nuestros traumas y perdición”, dice sobre su familia, que lo apoya en todo momento para que pueda expresarse públicamente, “tratando de que ellos no guarden rencores, aunque me parece un tanto imposible, porque un maldito que se dice humanista usa la justicia para fines políticos, sin importarle destruir vidas para conseguir sus fines. Claro, ante un sistema jurisdiccional en exceso corrupto y cobarde”.