Un Ejército programado para dar abrazos, no para enfrentar al crimen

ejército en las calles

El prestigio del que gozan las Fuerzas Armadas pende de un hilo y AMLO lo sabe, por ello les otorga el control de obras y negocios.

Fuerzas castradas

La estrategia de seguridad en la actual administración se ha sustentado en la máxima del presidente Andrés Manuel López Obrador “abrazos, no balazos”, y las Fuerzas Armadas han operado al margen de esta línea.

La consecuencia, afirma Demetrio Sodi, ha sido contar con unas fuerzas castradas, más no castrenses, en orden de garantizar la seguridad de la población porque su respuesta ante la violencia es pasiva, un dejar pasar. Son representativos los videos en redes sociales donde se ve al Ejército mirar cómo comandos armados siembran terror en poblaciones y ciudades enteras sin poder intervenir.

“Da coraje ver a los militares cruzarse de brazos y ver pasar caravanas de sicarios armados sin hacer nada y da pena ver cómo atacan sus vehículos o la ciudadanía se burla y los ofende sin que puedan responder”.

Demetrio Sodi

El nivel de confianza ciudadana en el Ejército y la Marina siempre ha sido la más alta en cuanto a evaluaciones a las instituciones de México respecta, casi a la par de la Iglesia. Sin embargo, apunta Sodi, la encomienda de atender labores de seguridad pública, para la cual no están capacitados, merma severamente su prestigio y los vuelve inútiles. Aunado a la corrupción a la que son expuestos por concesionarles obras y negocios como el AIFA o el Tren Maya .

“Es cierto que a nivel personal la violencia no debe combatirse con violencia, pero impedir que la Guardia Nacional, los militares y los marinos hagan su trabajo y respondan a la violencia del crimen organizado, hace inútil su presencia en todo el territorio nacional”.

Demetrio Sodi

Un Estado fallido

El Estado, dice Max Weber, es el único que posee el monopolio legítimo de la violencia, cuando se renuncia a esta responsabilidad entonces se convierte en un Estado fallido.

Si se analizan los resultados en materia de seguridad pública del actual sexenio, queda evidenciado que la política en la materia impulsada por AMLO contribuye a mayores índices de violencia: policías estatales y municipales olvidadas, índice elevado en homicidios y el control de grupos criminales en actividades económicas que continúa extendiéndose por todo el territorio nacional.

Como otros analistas han señalado, cuando se deja el control de una plaza a un solo grupo de la delincuencia organizada para que baje la violencia, porque no hay con quien disputar el territorio, se acepta que se deja en manos de esas estructuras el control de varias zonas del país y se legitima su presencia ante la población.

“Probablemente en un principio funcionó la estrategia de sacar a recorrer las calles a la Guardia Nacional y al Ejército, pero ante la falta de acción por la estrategia de “abrazos, no balazos”, los grupos criminales ya les tomaron la medida y se burlan de ellos”.

Deemtro Sodi

Oponerse a la militarización frenaría el desprestigio de las FFAA

Cederle al Ejército el control de negocios y obras no es gratuito, responde a una especie de compensación por ser el gobierno, dice Sodi, cómplice y artífice del desprestigio que pesará sobre ellos conforme la violencia llegue a niveles insostenibles.

“Por todo esto, y para salvaguardar el prestigio de las fuerzas castrenses, hay que oponernos a que se siga militarizando el país y rechazar el intento del presidente de reformar la Constitución para que la Guardia Nacional y como consecuencia, la seguridad pública, quede en manos del Ejército”.

Demetrio Sodi

Con información de El Economista.

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