No creo haber leído una cifra tan ominosa y oprimente como la de la encuesta del Inegi que da cuenta de la pérdida de ingreso de 12 millones de mexicanos en el mes de abril.
El Inegi reporta que, durante el mes de abril, 12.3 por ciento de la población en edad de trabajar dejó de trabajar, el equivalente a 12 millones de mexicanos. También dice la encuesta que, entre quienes mantuvieron el ingreso, siete de cada 10 reportan un ingreso menor a dos salarios mínimos.
El Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) dijo hace unas semanas que al terminar el año, por la crisis económica, habría en México entre 10 y 12 millones más de pobres. Los datos para abril del Inegi parecen decirnos que esos millones de pobres ya están aquí, o empiezan a estarlo.
Me preocupa lo que ha pasado ya, y me preocupa lo que sigue: si las cifras de que hablamos son las de abril, cuáles fueron las de mayo. Me preocupa, sobre todo, qué consecuencias tendrá este tsunami de empobrecimiento en las otras zonas frágiles de México. Me pregunto si tendremos que agregar a la inseguridad y el crimen profesionales, la inseguridad y el delito social: delitos de hambre, violencia de escasez.
He consultado este punto con Lantia Consultores, una solvente firma independiente de problemas de seguridad. Su respuesta para hoy es tranquilizadora. No hay en sus registros hechos que anuncien tendencias de robos, saqueos o motines originados en la necesidad, en la escasez, en el hambre.
La reserva de solidaridad en tiempos de crisis parece ser una realidad bien percibida por el presidente López Obrador, conocedor, si alguien, de esa realidad social precaria, a ras de tierra. El tsunami de empobrecimiento anunciado por el Inegi anuncia, sin embargo, un desafío mayúsculo para esa reserva de solidaridad social.
Lantia ha hecho un ejercicio analítico digno de atención, sobre los cruces causales que hay entre pobreza e inseguridad. Su estudio arroja inquietantes diferencias regionales y urbanas.
Adelanto sus hallazgos: donde hay crimen establecido, habrá más crimen social. Y donde el crimen profesional no está arraigado, el crimen social será menor. Volveré sobre esto.