Es la emergencia sanitaria que ha sacudido al mundo. Un virus que se ha traducido en todos los idiomas. Los noticieros en radio y televisión hemos ocupado más del 80% de nuestros espacios para cubrir el evento desde todas las ventanas posibles: económicas, sociales, científicas, internacionales, deportivas, etc. En los diarios de circulación nacional ocupa la mayoría de las páginas; las crónicas, reportajes y fotografías de lo sucedido en China, España, Italia, Alemania, Corea, Estados Unidos y demás países han impactado a todos los lectores ávidos de información. Hoy, como lo afirma el escritor Antonio Muñoz Molina, es un tiempo en el que se ha privilegiado la voz de los científicos y doctores. Ojalá eso se quede, ojalá este cambio en la tenencia del micrófono sea para siempre.
Ante esta preocupación, ayer recibí un mensaje de un trabajador de la salud que se ha decidido a hablar. Amigo cercano de la familia, no pudo más. Tal vez fue una mezcla de miedo, preocupación, angustia. Después de varios años de trabajar ahí me escribe lo siguiente: “Verás, yo trabajo en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, en el Hospital de Especialidades. Tengo más de XXXX años de antigüedad. Los médicos que ahí trabajan lo hacen con muchas carencias, y se han acostumbrado a que ‘así son las cosas’. Operan con instrumental incompleto o con piezas en mal estado porque, si no lo hacen así, no operarían a nadie. Reportar por escrito que algún equipo está mal es tomado como una afrenta y si lo hacen del conocimiento público o lo divulgan, les rescinden el contrato y los despiden. A estas cosas a las que uno se acostumbra, es a trabajar en instalaciones poco decorosas o en mal estado de higiene. Para ilustrar algo, te envío fotos de lo que es el vestidor donde los cirujanos se cambian para entrar a quirófano. Espero no resulte molesto. Me disculpo de verdad, pero si no contribuyo a dar a conocer esta situación, estaré siendo parte del problema y permitiendo algo con lo que no estoy de acuerdo. Hay lockers en mal estado, hay médicos que tienen que meter al quirófano sus cosas en una bolsa para que no se las roben, pues no tienen dónde guardarlas. Mando fotografías del lavamanos del baño de médicos sin jabón y sin papel. También en el área es común encontrar colillas de cigarros y latas de cerveza los lunes por la mañana. De cierta forma se normaliza la precariedad. Se romantiza el ‘ponerte la camiseta’ y sacar el trabajo a como dé lugar. PERO TODO TIENE UN LÍMITE. Ahora esto toma otra dimensión por la contingencia sanitaria que estamos viviendo. Las personas que ahí trabajamos amamos lo que hacemos, pero odiamos las condiciones en las que nos hacen trabajar”.
Es una carta dirigida en realidad al director del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Robledo, y, es cierto, todos nos hemos acostumbrado a la precariedad de la atención y, al consultar varias fuentes –que también decidieron permanecer anónimas–, los que trabajan en el IMSS se han acostumbrado a lo peor, a condiciones y lugares de trabajo descuidados e indignos.
En esta época donde los hospitales están en boca de todos, en la agenda nacional, el personal de la salud se ha decidido a hablar. En redes sociales circulan videos y testimonios de enfermeras y médicos exigiendo protocolos e insumos de trabajo. Estamos en días clave para aplanar la curva de contagios de Covid-19 y evitar un desbordamiento del sistema de salud. Ojalá venga una real transformación, ojalá llegue el presupuesto, ojalá en el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI se les den a todos los trabajadores condiciones DIGNAS de trabajo. Ojalá que en México esta enfermedad sea un parteaguas en nuestro sistema de salud. Ojalá el IMSS se transforme.