Eso les pide el presidente. “No nos maten”, exigen las mujeres, a quienes asesinan por el hecho de serlo en nuestro país.
Dos prioridades diametralmente opuestas. Dos visiones, dependiendo dónde está parado cada quién. Dos realidades, según el sentido de urgencia.
En México matan, en promedio, a 11 mujeres cada día. Violan a una cada cuatro horas. Seis de cada 10 han sido violentadas en algún momento de su vida. Solo en uno de cada 100 casos hay castigo. Según el Observatorio Nacional Ciudadano del Feminicidio fueron casi 3 mil feminicidios el año pasado, pero para el Sistema Nacional de Seguridad Pública solo 976 fueron investigados como tal.
En la CDMX, una niña de siete años, Fátima, fue raptada, torturada, violentada sexualmente, asesinada y sus restos dejados en una bolsa negra de basura en un camino de terracería.
¿Qué dice el presidente?
“Le pido a las feministas, con todo respeto, que no nos pinten las puertas, las paredes, que estamos trabajando para que no haya feminicidios, que no somos simuladores, y que no esperen que nosotros actuemos como represores, que no nos confundan”, señaló en la mañanera del lunes.
Más de la sensibilidad presidencial: “sabemos, porque llevamos años luchando, cómo sacarle la vuelta a la provocación (¿?) y que respetamos el derecho de todos a la manifestación, pero ojalá y se ejerza de manera pacífica sin violencia”.
Y un poco de lugar común, aunque la realidad diga otra cosa: “Vamos a estar siempre castigando los feminicidios y evitando que se den estos crímenes de odio”.
Los crímenes, si bien no comenzaron en este sexenio, no han parado desde que López Obrador gobierna. Al contrario, alcanzan niveles históricos. La impunidad cobija el 99% de los casos. Desde que arrancó el año, más de 250.
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El viernes pasado López Obrador improvisó un decálogo contra la violencia de género, que está lejos de ser un documento serio, pese a que desde las cuentas gubernamentales se difundió como oficial. Ese día, afuera de Palacio Nacional, colectivos y mujeres le exigieron una disculpa por hacer a un lado el tema para hablar de la rifa relacionada con el avión presidencial –donde el premio no es el avión-.
Ellas no han dejado de ir y alzar la voz. Lo hacen por las que ya no pueden, porque fueron asesinadas o viven silenciadas. El presidente no termina de acusar de recibido. Ayer volvió al tema.
“Estamos ateniendo las causas y nosotros pensamos que en la medida que tengamos una sociedad más justa, igualitaria, fraterna, con valores, en donde el individualismo no sea lo que prevalezca, sino el amor al prójimo, el que haya mucho cariño (…) vamos a ir enfrentando todos los desafíos”, señaló.
Buenas intenciones. Nada más. El presidente fue cuestionado sobre propuestas claras y su desafortunado fraseo –por decir lo menos- ante las pintas en Palacio.
“Yo entiendo, (pero) nosotros enfrentamos un régimen que desapareció a muchos y nunca rompimos un vidrio”, señaló. De sensibilidad, muy poca.
En México están matando mujeres por ser mujeres. Eso es lo urgente, eso es lo importante, eso es lo que amerita respuesta y acciones inmediatas.