Invertir en espacios públicos disminuye la violencia; conoce la experiencia de Colombia

Las políticas públicas de intervención en espacios públicos han arrojado resultados positivos en la disminución en los índices delictivos.

Caso Colombia

Si se analiza el estado de la violencia en América Latina y el Caribe, las cifras muestran que, de las 50 ciudades más peligrosas del planeta, 43 están en la región. Por países, México es el que tiene el mayor número de ciudades violentas: 19 de 50.

La criminalidad sigue creciendo y los gobiernos locales buscan incorporar nuevos enfoques integrales para dar solución a este problema, aunque muchos han sido rebasados por los niveles de violencia con los que se cometen los crímenes.

Una constante en la mayoría de las medidas adoptadas es la confrontación mediante el aumento de la fuerza policial, mayor uso de las tecnologías aplicadas a la seguridad, inteligencia policial y penas más severas. Por otra parte, en cuanto a políticas preventivas se encuentran la iluminación de espacios públicos, así como la renovación y construcción de entornos seguros.

En este sentido, una investigación desarrollada por el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (CESED) de la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia, muestra el éxito de las intervenciones relacionadas con la creación de nuevos espacios públicos y el mejoramiento de los ya existentes.

Sustento teórico y correlación en la práctica

El estudio está basado en el proyecto de Estefanía Ramírez Castillo, maestra en Políticas Públicas de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, en la que explica esta correlación entre criminalidad y el espacio público.

“Para quien comete un crimen, una zona en mal estado sugiere que las instituciones del Estado no están presentes o no funcionan bien, asegurando así la baja probabilidad de ser capturado al cometer un delito. Según esta teoría, zonas en buen estado físico deberían tener el efecto contrario, reduciendo la comisión del delito”.

En la misma línea se encuentra la “Teoría de las ventanas rotas”, de James Q. Wilson y George Kelling, la cual concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad y el desorden son mayores.

“En la práctica, si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí surgirá el delito. Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son lentamente abandonados por la mayoría de la gente, esos mismos espacios serán progresivamente ocupados por los delincuentes.”

Otra teoría que nutre este enfoque es el del “Efecto del vigilante implícito”, la cual sostiene que la presencia de más personas transitando por un espacio “puede disuadir la conducta delictiva, pues esta incrementa el costo de delinquir al hacer que la probabilidad de ser capturado se incremente”.

“La construcción de canchas sintéticas y la iluminación de parques puede incentivar una mayor utilización de estos espacios por parte de la comunidad. Y mientras más ojos ciudadanos tenga el lugar, su seguridad se incrementa.”

El caso Bogotá

La iluminación del espacio público y la construcción de ambientes seguros fueron dos estrategias utilizadas por la Alcaldía de Bogotá para frenar el crimen en los parques de la ciudad entre 2016 y 2019.

En el Plan de Desarrollo de la administración del exalcalde Enrique Peñalosa contempló la ejecución del proyecto Espacios Deportivos, Recreativos y Culturales para “renovar los parques de la ciudad para convertirlos en espacios más seguros y poder disfrutar de la recreación e integración familiar”.

El proyecto buscaba mejorar la percepción de los ciudadanos sobre los parques, ya que, de acuerdo a la Encuesta Bienal de Culturas del año 2015, el 48 % consideraba que los parques y los espacios públicos de uso recreativo cercanos a su hogar eran inseguros.

Con esta información, se pusieron manos a la obra en la renovación de mobiliario e iluminación de mil 233 parques y en la construcción de más de 100 canchas sintéticas multiusos en 87 parques de la ciudad de Bogotá.

Los resultados arrojaron que esta rehabilitación redujo el número de delitos en las zonas intervenidas: un 22 % las lesiones personales (-25.3 eventos), 55 % los hurtos modalidad a personas (-167.8 eventos), 54 % los hurtos modalidad a comercio (-27.2 eventos) y 29 % los hurtos modalidad a residencias (-11.9 eventos) por kilómetro cuadrado. Además, la construcción de canchas sintéticas redujo los hurtos a personas en un 88 % (-291.9 eventos) y los hurtos a comercio en un 92 % (-53.5 eventos) por kilómetro cuadrado.

¿A dónde se fue el crimen? Las estimaciones no solo no encuentran desplazamiento del crimen, sino que muestran un efecto de difusión de beneficios a zonas más alejadas, significativos para los mismos delitos del modelo de la zona directamente intervenida, aunque la magnitud del efecto es menor.

Este caso, refuerza la evidencia de cómo la inversión en espacios públicos e iluminación pública puede ser más efectiva que las inversiones convencionales en seguridad en las ciudades o bien, puede complementarlas para resultados concretos en beneficios de la ciudadanía.

Con información de LA Network.

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