Vecindades, un ícono de la cultura popular mexicana

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Las famosas vecindades mexicanas son una parte entrañable de la identidad nacional. Conoce aquí un poco más sobre su historia.

Las casas del pueblo

Aunque actualmente muchas construcciones de vecindades han “envejecido” y están casi destruidas, estas viviendas siguen siendo lugares llenos de historia y símbolos ineludibles de la cultura popular de nuestro país. Las vecindades son conjuntos de apartamentos pequeños que rodean un patio central, el cual suele ser el marco de reuniones y fiestas vecinales, y están ocupadas generalmente por la clase trabajadora de México, sobre todo por familias con bajos ingresos, cuyos miembros, que pueden ser más de cinco o seis, viven en sus departamentos de muy pocos metros cuadrados. En algunas se suelen compartir áreas comunes como cocinas y baños.

Las vecindades son lugares icónicos que aparecen en películas de la época de oro del cine nacional, que forman una parte esencial del paisaje urbano de la capital y han sido testigos del paso del tiempo y de innumerables historias de los capitalinos. Han visto el recorrido en el tiempo que llevó a la Ciudad de México a convertirse en una megalópolis y han sido golpeadas por las crisis, los sismos, los cambios políticos. Ahora ya hay menos vecindades, pero aún hay personas que las habitan y que siguen construyendo historias justamente en “vecindad”, en esas pequeñas comunidades que se forman alrededor de ese patio por donde todos pasan y donde todos se conocen.

La que se encuentra en Peralvillo # 15, en pleno corazón de Tepito, la cual ostenta ser la vecindad más antigua del Barrio Bravo. Fue construida en 1713, se dice que antes de que llegaran los vecinos, fue un convento. Desde 1981, la protege el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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Viviendas para la élite

La historia de las vecindades mexicanas comienza de una forma muy diferente a la que se podría pensar. Según datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), estos edificios se construyen a finales del S.XVIII y eran habitados por aristócratas españoles. Su estructura tiene influencia de las construcciones clásicas andaluzas, donde varias habitaciones rodean un gran patio central, un estilo inconfundible de los edificios del Centro Histórico de la Ciudad de México y sus alrededores, zona donde se encuentra la mayor cantidad de vecindades de la capital, como aquellas ubicadas en los barrios de La Lagunilla, Mixcalco, San Miguel, San Antonio Abad, San Pablo, Santo Tomás, San Juan, Peralvillo y La Merced.

Si bien algunos de estos edificios contaban únicamente con un patio o corredor principal, algunos otros tenían hasta cinco patios en donde se estructuraban las viviendas de forma perimetral. Tal es el caso de la calle Mesones, que pasó de ser un lugar en donde habitaban los virreyes y la clase más acomodada a convertirse en uno de los lugares más icónicos de la clase trabajadora que sólo podía acceder a habitar estas pequeñas habitaciones.

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De la aristocracia al pueblo

Con la industrialización, los españoles que habitaban estas residencias salieron del centro del país, dando paso a la clase trabajadora, a la cual se sumaban las personas provenientes de zonas rurales que llegaban a buscar trabajo a la capital del país. Así, en el siglo XIX, estos edificios se popularizaron y comenzaron a ser habitados por los sectores más desfavorecidos y vulnerables de la población de la ciudad vivían hacinados en cuartos pequeños con toda su familia, pues lo único que podían pagar para vivir eran esas habitaciones que se acomodaban alrededor de grandes patios centrales. Así, fueron gestando un vida en común con otras personas en situaciones similares y la vida convirtió las casas de la élite en vecindades:

Esa configuración creó una forma de vida profundamente comunitaria para los habitantes: las relaciones con los vecinos se volvieron tan complejas, implicadas y profundas como las de la propia familia. Es este carácter semicomunal el que dio nombre a las vecindades, cuya etimología (…) proviene de la palabra “vecino”, y agregó que el término se relaciona con el hecho de que esta es menos una tipología arquitectónica, y más una forma de vida comunitaria o social.

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Las pocas vecindades que quedan

Hoy en día, ha disminuido considerablemente el número de vecindades en el país y la mayoría de las construcciones que sobreviven se encuentran en muy mal estado. De acuerdo con información del INAH, en 1925 había aproximadamente 480 vecindades en el centro de la capital. Actualmente se calcula que a lo mucho podrían quedar 100, en malas condiciones, y generalmente asociadas con problemas de inseguridad, delincuencia y tráfico de drogas. Aún así, existen programas del gobierno capitalino a través de los cuales ha buscado restaurarlas, como hizo con la ubicada en Manzanares 25, la cual se considera la vivienda más antigua de la ciudad y que por cuatro siglos fue una vecindad en la que vivieron cientos de familias

Foto de portada: Ehécatl Cabrera, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons

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